La nadadora Liliana Ibáñez, a la autoridad: "Si no me ayudan, no me pongan el pie"

AutorBeatriz Pereyra

Liliana Ibáñez es la nadadora mexicana más rápida de la historia. Así lo demuestran sus marcas: posee cuatro récords absolutos nacionales en las pruebas de 50, 100 y 200 metros libres y en los 50 metros mariposa. Otros cinco registros en pruebas de relevos también le pertenecen.

En la alberca se esmera por mejorar su brazada, por enderezar su cadera chueca que le dejó una fractura de vértebras. En el día a día nada contra las inercias del deporte mexicano, esas que le gritan que no es la mejor.

2018 le dejó nueve medallas centroamericanas: cinco oros -ninguno en pruebas individuales-, una plata y tres bronces. En la Copa del Mundo de Curso Corto de Singapur finalizó entre las seis mejores. Ninguna medalla, pero en los 100 metros libres se apoderó del récord mexicano con 53.19 segundos. Es la primera mexicana en nadar esa distancia en menos de 54 segundos.

La natación mexicana no figura en el mundo. Los resultados de Ibáñez son un oasis en medio del desierto. Para los juegos de Barranquilla 2014, explica, se preparó para competir en pruebas de resistencia y no sólo de velocidad, que es su especialidad. Entrenó para contender en equipo, no por resultados personales. Es la primera en pararse en la realidad y aceptar sus defectos.

"Estoy muy lejos. Si haces un análisis realista y técnico, no voy a ganar una medalla olímpica, pero tampoco puedo no entrenar para exigirme algo que nunca he logrado. Por tratarse de medallas centroamericanas me desacreditan y no ven que nadé 16 veces en seis días, entre eliminatorias y finales.

"Si me quitas 12 pruebas y me dejas el 50 y 100 libres me hubiera ido mejor. Los oros de los cinco relevos cuentan, si quitas mis tiempos y pones a otra persona no se hubieran ganado, son el gasto energético que yo aporté. Yo cerré los relevos, incluso cuando íbamos perdiendo yo ayudé a ganar. Eso tiene que ser valorado", reclama Ibáñez.

Durante más de siete años, desde que en 2010 se matriculó en la Universidad de Texas A&M, Liliana Ibáñez ha representado a México gracias a la infraestructura de su escuela: el entrenador Steve Bultman, las instalaciones, la comida, los suplementos alimenticios. Cada centavo salió de las arcas públicas texanas.

La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte le otorga sólo una beca de 14 mil pesos mensuales y la Comisión de Deporte de Guanajuato, su estado natal, le da otros 9 mil.

"La natación mexicana no existe, es producto de las universiades de Estados Unidos. Ahora dicen que es el resultado de un excelente proyecto de planeación de los entrenadores mexicanos, lo cual no es cierto. La mayoría de las medallas centroamericanas se hicieron en el extranjero. No hay un entrenador nacional que haya creado un proyecto. Si no me ayudan, que no me pongan trabas", exige.

Ibáñez se refiere a la Comisión Técnica de la Federación Mexicana de Natación (FMN), que encabeza Clementina Vidal. Un cuerpo de destacados, entre quienes se cuenta a Nelson Vargas, no aprobaron que la nadadora viajara a las Copas del Mundo de Curso Corto de Tokio y Singapur, en noviembre. Lo consideraron un gasto...

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