El negocio de lo indecible

AutorSabina Berman

El modelo no es raro. Opera de común en los periódicos y las revistas, las televisoras y las radiodifusoras. Eso en la mayoría de los medios mexicanos, pero también en los estadunidenses, europeos y asiáticos.

La pregunta interesante es: ¿Para qué existe este modelo? La respuesta es simple. Para limitar a los periodistas y dejarlos bajo el control de los dueños de los medios. Es decir, para acotar la vocación natural de los periodistas -buscar y decir la verdad- y dejar a los dueños el poder de decisión de qué se publica y cómo. Publica: se da a conocer al público.

¿Para qué desean ese poder los dueños? La respuesta tampoco es evidente. En los últimos 20 años el interés de los dueños de los medios ha ido cambiando lenta pero inexorablemente, y siempre quedándose sin decir, indecible.

Hace 20 años se decía que los me-dios vendían contenidos. En el caso de sus espacios de periodismo, se decía que vendían noticias. Y se sobreentendía que las noticias más valiosas eran las que horadaban al Poder y decían lo que el Poder ocultaba de los ciudadanos. Esa zona oscura e indecible del Poder que a menudo es también ilegal.

A noticias más relevantes para el público, y a menudo más peligrosas para el poder, mayor rating de público. A mayor público, más anunciantes pagaban una cuota más alta a los dueños de los medios. El rating es el rey: esa era la frase hecha de aquellos tiempos. Aquellos tiempos idos.

Lo que ha venido pasando desde entonces es un cambio de negocio. En el cuadrángulo del negocio periodístico, en cuyos vértices están los periodistas, el público, los dueños y los políticos, los últimos dos vértices se acercaron. Los dueños y los políticos se amistaron.

Un proceso acelerado por otro suceso. Los dueños de los medios empezaron a ser empresarios de diversos rubros. Ya sea porque diversificaron sus negocios o porque al negocio de la comunicación entraron los grupos empresariales.

Ahora el negocio no son las noticias más relevantes ni los ratings más altos, porque ahora no son los anuncios comer-ciales los que ingresan el dinero.

Ahora el verdadero negocio, el de gran calibre, es vender influencia al Poder y ser pagado con favores por el Poder. O más valioso todavía: callar algo que el Poder quiere que permanezca indecible, lo más probable algo muy impopular o ilegal.

Y los favores no necesariamente favorecen al propio medio de comunicación: típicamente favorecen a otra de las empresas del grupo empresarial. Pueden consistir en la licencia...

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