Una niña bien... mala / Orgasmo sísmico

Amo quedarme en la Ciudad de México en Semana Santa porque puedo disfrutar de toda la paz y tranquilidad que inunda cada rincón de nuestro D.F., y también porque siempre aprovecho para ver a algunos amigos que por tanto estrés y trajín, no he podido visitar en el año, así que, disfrutando del súper buen clima y del poco tráfico, el Loko y yo decidimos ir a cenar a un lugarcito muy lindo en el que iba a tocar una amiga hermosa a la que yo siempre le había traído muchísimas ganas.

La idea era únicamente llegar, saludarla y cenar mientras ella hacía lo suyo a lo lejos, pero desde el instante en que la saludamos, a los dos nos prendieron al máximo sus feromonas y bastó un cruce de miradas para dejar sobreentendido que queríamos llevarla con nosotros al terminar la noche.

Luego de un buen rato, al fin tuvo un par de minutos libres para sentarse en nuestra mesa y, entre broma y broma, la invitamos a seguirla y le dejamos entrever lo mucho que nos gustaba y las ganas que teníamos de compartir mil y un travesuras con ella y, a cada sugerencia, aquella mujer de grandes ojos no podía evitar un poco de nerviosismo acompañado de un entusiasmo descomunal.

El tiempo se nos hizo eterno al Loko y a mí hasta que ella terminó su set y al fin logramos salir rumbo a la lujuria. Siguiendo la inercia de las conversaciones y ligues que traíamos desde la cena, rompimos la santidad de aquel jueves y nuestra amiga, la Señorita Pecado, comenzó poniendo el ejemplo al plantarme un delicado beso que logró captar la atención de nuestro loco cómplice de aventuras.

Respondí cerrando los ojos para poder disfrutar su esencia y hundirme en aquella sensación afrodisíaca de principio a fin. Nunca antes una mujer había captado con tanta euforia mi atención y hacía mucho tiempo que nadie me besaba con tanta dulzura y pasión simultáneas.

Tenía yo en mente una fantasía muy kinky que llevaba saboreando desde hacía meses, pero poco a poco las cosas fueron tomando un nuevo sentido y la atracción entre las dos pasó de ser algo frívolo y físico a algo mucho más emocional.

Luego de platicar horas, logramos entrar a nuestros rincones hasta sentir que nos conocíamos de años y hubo un momento en el que, los tres de pie, nos fundimos en un beso que nos llevó a la recámara principal.

Ella y yo nos hincamos sobre la cama para continuar con el cachondeo mientras nuestro Loko adorado salía y entraba de aquella lujuriosa habitación trayendo y llevando lámparas y música para trasladar la comodidad...

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