El niño soldado pide justicia

AutorJaime Porras Ferreyra

MONTREAL.- A los 15 años aparecen comúnmente los latidos amorosos, las complicidades de nicotina con el grupo de amigos, los sueños de toga y birrete. A esa edad, el canadiense Omar Khadr perdió en Afganistán la visión del ojo izquierdo y recibió dos balas en la espalda. Tres meses después aterrizó como prisionero en la base estadunidense de Guantánamo. Ahí estuvo recluido 3 mil 624 días y 950 más en centros penitenciarios de Canadá. Hoy tiene 30 años, está en libertad condicional, vive un noviazgo y quiere ser enfermero.

Su historia es una concatenación de agravios: nula protección a un menor, violaciones a convenios internacionales, torturas, negligencia médica, procesos judiciales viciados y, durante todo ese tiempo, desatención de su gobierno.

“Canadá ha sido un país muy activo en el mundo en la elaboración de acuerdos y en la promoción y el financiamiento de iniciativas para niños en conflictos armados. Sin embargo, estos esfuerzos no se aplicaron con Khadr, que era un menor canadiense”, cuenta a Proceso Guillaume Landry, director general de la Oficina Internacional de los Derechos de los Niños.

Los pasados miércoles 21 y jueves 22 el abogado de Khadr sostuvo reuniones de mediación con representantes del gobierno de Canadá. Exige para su cliente –a quien trata como a un hijo– disculpas oficiales y una compensación económica.

Las pláticas fueron infructuosas.

Khadr nació en Toronto el 19 de septiembre de 1986. Sus padres eran egipcios que llegaron a suelo canadiense en los setenta. Pasó su niñez entre Canadá, Pakistán y Afganistán por las labores de su padre, Ahmed Khadr, ingeniero que se dedicaba a conseguir recursos para orfanatos.

De acuerdo con Michelle Shephard, autora del libro El niño de Guantánamo, la historia no contada de Omar Khadr, Ahmed Khadr figuraba como simpatizante de terroristas en las listas de los servicios de inteligencia de Canadá y Estados Unidos, al igual que en los reportes del Comité de Seguridad de la ONU. Tenía vínculos estrechos con Osama bin Laden y otros miembros de la cúpula de Al Qaeda. El dinero que recaudaba al parecer servía también para financiar campos de entrenamiento.

Cuando Omar tenía 12 años su padre los envío a él y a dos de sus hermanos a uno de esos campos y en junio de 2002 lo integró a un grupo de Al Qaeda comandado por el afgano Abu Laith al-Libi para que brindara apoyo como traductor, ya que el menor dominaba varias lenguas. Fue la última vez que padre e hijo se vieron: Ahmed murió en un enfrentamiento con soldados de Pakistán en octubre de 2003.

“Técnicas reforzadas”

El 27 de julio de 2002 el ejército de Estados Unidos tomó por asalto una construcción ocupada por simpatizantes de Al Qaeda en el pueblo afgano de Khost. La operación duró varias horas, entre ráfagas de armas automáticas y bombardeos aéreos.

En los últimos momentos del combate una granada mató al soldado estadunidense Christopher Speer. El único sobreviviente dentro del edificio fue Omar Khadr. Los militares lo encontraron semienterrado entre polvo y piedras, con un ojo completamente dañado, dos disparos en la espalda que le salieron por el pecho y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR