Los niños con cáncer: víctimas de la lucha anticorrupción

AutorRicardo Raphael

Yadira Alegría Ovilla es madre de Gilberto Ortiz, un niño de cinco años cuya vida depende de la puntualidad y precisión con que se le aplique tratamiento de quimioterapia.

Yo sé que el señor presidente está tratando de acabar con la corrupción. Sería maravilloso vivir en un país sin corrupción, pero creo que el presidente no pensó adecuadamente las decisiones que está tomando. Él no es médico, pero sí es padre. Tiene un hijo que todavía es niño. Me gustaría que el señor intentara ponerse un minuto en nuestro lugar. Que intentara comprender nuestra angustia: el miedo que significa que nuestros hijos no reciban a tiempo el tratamiento.

Rita Rosalía Luz Magaña Arellano es madre de Harold Bernardo Celis, un menor, también de cinco años, que desde finales del año pasado vive angustiada por la escasez de los fármacos.

"Las casas de la mayoría de los niños con cáncer son de paja. Sus familias no tienen ni para comer, ¿cómo le van a hacer para comprar medicamentos que ahora valen 5 mil y 6 mil pesos? Son la inmensa mayoría de mamas que he conocido en el hospital."

María Worbis Rosado es mamá de Carlos Enrique Uribe Worbis, un menor de 13 años que gracias a los tratamientos de quimioterapia logró dejar atrás el cáncer, pero aún depende del medicamento para que no regrese.

Los testimonios de madres, padres y niños enfermos de cáncer, que han sido revictimizados por la escasez de medicamentos, no dejan lugar para la duda: a partir del último trimestre de 2019 el país entero se introdujo en una crisis de grandes proporciones por la falta de los fármacos indispensables para atender a los menores con quimioterapia.

Negar esta realidad es inmoral. Las farmacias de los hospitales públicos no cuentan con más de 25% de los fármacos que serían necesarios para tratar a sus pacientes. Los médicos oncólogos pediatras están desesperados y, sin embargo, prácticamente ninguno se atreve a hablar en voz alta porque las instituciones para las que trabajan les exigen mantener el perfil bajo.

Una excepción reciente fue el doctor veracruzano Sergio Miguel Gómez Dorantes, quien publicó con valentía un video en las redes narrando la penosa circunstancia. Además de entrevistar a Gómez Dorantes, para la elaboración de este texto se conversó con otros seis oncólogos pediatras de distintas entidades del país. Todos confirman la gravedad del problema y coinciden con los mismos argumentos. Prefieren, sin embargo, mantenerse en el anonimato por temor a las represalias.

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