Cuando no basta negociar en secreto

AutorPeter Kornbluh y William Leogrande

Al mismo tiempo que la ley Helms-Burton dominaba el debate público sobre la política hacia Cuba, durante esa segunda mitad de 1995 una verdadera tragedia griega se escenificaba en los cielos de la costa cubana; una tragedia que había sido puesta en marcha por las repetidas incursiones de un grupo de pilotos cubanoamericanos conocido como Hermanos al Rescate (HR) al espacio áereo de Cuba.

Desde 1991, los Hermanos habían estado realizando vuelos de reconocimiento para detectar a balseros en peligro, notificando a la guardia costera de Estados Unidos cada vez que una pequeña embarcación o balsa requería ser rescatada. Pero más allá de esta labor humanitaria, el fundador y director de HR, un veterano de Bahía de Cochinos llamado José Basulto, arrastraba una historia de violencia anticastrista (...)

Cuando en septiembre de 1994 el acuerdo de inmigración acabó con el flujo de balseros en el Estrecho de Florida, Basulto viró de las misiones de rescate a las de provocación. "Empezaron a redefinir su misión no como la de ayudar a gente inocente cuya vida corriera peligro, sino de desarrollar una agenda política, acosando y amenazando al gobierno cubano con sobrevuelos, y arrojando volantes sobre Cuba", explicó Richard Nuccio (consejero especial sobre asuntos cubanos del presidente Clinton).

El 10 de noviembre de 1994 Basulto arrojó calcomanías de Hermanos al Rescate sobre territorio cubano. Y en los siguientes ocho meses, aviones de HR violaron repetidamente el espacio aéreo de la isla. El acto más provocador se dio el 13 de julio de 1995, cuando el Cessna Skymaster de Basulto sobrevoló zumbando La Habana y dejó caer a lo largo del malecón miles de medallas religiosas y volantes que decían "Hermanos, no camaradas" (...).

Estos sobrevuelos constituían un desafío directo a la seguridad nacional de Cuba y una flagrante afrenta a su soberanía. "Era tan humillante", confió posteriormente Castro a la revista Time. "Estados Unidos no hubiera tolerado que el espacio aéreo de Washington hubiera sido violado por pequeñas aeronaves" (...).

Al continuar llegando los vuelos de HR, el gobierno cubano utilizó todos los canales de comunicación que pudo encontrar -formales e informales, públicos y privados, directos y a través de intermediarios- para presionar al gobierno de Estados Unidos a que cortara las alas de Basulto.

Oficialmente los cubanos presentaron una protesta diplomática tras otra. Después de la incursión del 13 de julio, su nota contenía una severa advertencia: las fuerzas de seguridad de Cuba tenían "la firme determinación de adoptar cualquier postura que fuera necesaria para evitar actos de provocación" y por lo tanto, "cualquier barco proveniente de fuera puede ser hundido y cualquier avión derribado".

"Negligencia criminal"

El Instituto Cubano de Aeronáutica Civil envió a la Administración Federal de Aviación (FAA) una serie de informes, junto con evidencias -copias de videorradar y planes de vuelo- que había reunido sobre las violaciones al espacio aéreo cubano. "Le ruego que tome las medidas necesarias para evitar que estos actos se repitan", le escribió en agosto un funcionario cubano al administrador de la FAA, luego de que Basulto anunciara que estaba organizando otro sobrevuelo para principios de septiembre.

Dado el claro y latente peligro de un incidente internacional, la respuesta de la FAA pareció, en el mejor de los casos, de desgano y, en el peor, de negligencia criminal. A finales de agosto, funcionarios de la FAA se reunieron con Alfonso Fraga-Pérez, jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, para abordar la queja cubana. La agencia también elaboró una "nota de propuesta de acción certificada" para suspender 120 días la licencia de vuelo de Basulto por haber violado las normas federales de aviación "al haber volado un Cessna 337 por el espacio aéreo cubano y sobre La Habana"; una nota que, en la práctica, no le impedía realmente volar (...).

En agosto Nuccio voló dos veces a Miami para reunirse con funcionarios locales de la FAA, el FBI, la Guardia Costera y el Servicio de Aduanas con el propósito de presionarlos para que aplicaran rápidas medidas legales contra Basulto y sus pilotos. Mediante notas diplomáticas a Cuba, el Departamento de Estado transmitió múltiples solicitudes de la FAA sobre "cualquier evidencia y datos de identificación" que ayudaran a avanzar la lenta investigación de la agencia...

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