Cómo no dormir junto al elefante

AutorAgustín Basave

En menor medida, los mexicanos estamos presenciando ese reconcomio. No soy de los que equiparan al obradorismo con el chavismo, pero sí creo que en la cabeza del presidente López Obrador reverbera el ominoso derrocamiento de Allende y, quizá con más fuerza, el de Madero. Aunque la 4T ha usado el presunto riesgo golpista como estratagema propagandística, AMLO parece tomarlo en serio. No en balde ha procurado cultivar buenas relaciones con los militares, los grandes empresarios y Donald Trump. A los primeros les ha dado casi toda la operación gubernamental, a los segundos bastantes concesiones y con el tercero capituló incluso antes de iniciar la refriega. Aquí voy a detenerme esta vez, porque hay baraja nueva.

La relación de México con su vecino del norte es sumamente compleja y difícil, esté quien esté en la Casa Blanca. Y desde luego, si quien está ahí es un personaje de la ralea de Trump, la complejidad y la dificultad se potencian. La famosa metáfora de Trudeau padre es certera: es un peligro dormir junto a un elefante, porque aun si quisiera ser cariñoso te aplastaría. De 2016 a 2020 no hubo hacia los mexicanos ningún asomo de cariño y sí muchos conatos de aplastamiento. Y en otros tiempos nos ha ido peor (por algo tenemos una cicatriz por frontera). Sólo una política bilateral y multilateral perspicaz y firme puede trocar desventura geográfica en ventura geopolítica.

Permítaseme una digresión personal para aclarar que mi postura ante el trum-pismo viene de lejos. En 2015, cuando Donald Trump era precandidato y el priña-nietismo desestimaba sus "payasadas" (así les llamaban) argumentando que no llegaría a ningún lado, advertí en la tribuna de la Cámara de Diputados que su irrupción en la escena política era oprobiosa y que sería una grave equivocación soslayarlo. Luego, cuando Enrique Peña Nieto le hizo el infame acto de campaña en Los Pinos, fui el primero en exigir la renuncia de Videgaray; y cuando el que consideraban "payaso" llegó a la Presidencia publiqué varios artículos señalando que nuestro gobierno tenía que hacer acopio de fichas de negociación para contenerlo, y pronuncié un discurso en la Interparlamentaria con los diputados estadunidenses en el afán de persuadirlos de colaborar a que se entendiera en su Congreso que, si bien su país es vital para nosotros, el nuestro también es vital para ellos (sin nuestra cooperación en seguridad, migración y otros ámbitos se verían en aprietos). Pero claro, la diplomacia parlamentaria...

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