Los que ya no llegaron

AutorMarcela Turati

HUAUCHINANGO, PUE.- Esta nota empieza y termina con cadáveres a los que rodea un incómodo silencio: como cuando algo apesta y nadie se atreve a mencionarlo. Esa peste recorre la Sierra Norte de Puebla como biopsia de la violencia electoral que en estos comicios invadió al país, que bajó de la contienda a candidatos y dejó a otros muertos en vida, enfermos de susto.

Podría empezar con la historia del candidato a alcalde cuyo cuerpo estuvo tirado ocho horas en el centro del municipio Francisco Z. Mena a la vista de todos: mosqueándose, la sangre endurecida y seca a falta de peritos que llegaran a levantarlo. O la del precandidato de Zihua-teutla que no se lanzó: cuando asesinaron a su papá, entendió que no era querido.

O de la candidata a diputada de Huauchinango y su amiga regidora, cuyos cuerpos rafagueados amanecieron en la morgue en calidad de desconocidos, a pesar de que cuando la policía las encontró muertas en su auto portaban identificaciones y las camisetas verdes del partido que representaban. (Adentro de la camioneta en la que huían los individuos presentados después como sus asesinos, junto a las armas, se dice que llevaban propaganda electoral.)

También podría hacerse con los testimonios de quienes sobrevivieron a esa violencia, como la candidata a diputada azul, quien sospecha que las balas asesinas disparadas contra su contrincante verde posiblemente iban contra ella, pues estuvo el mismo día en la misma zona y se sabía desde hace tiempo en la mirilla: recibió advertencias: "no te pares por aquí", disparos al aire a la hora de su mitin, falsos avisos a su familia de que había sufrido un atentado y el intento de secuestro de su hijo adolescente cuando estaba en su cierre de campaña.

O la candidata a alcaldesa de Honey, que tuvo que esconderse en un rancho y disfrazarse como campesina para librarse de sus perseguidores empistolados; la de los candidatos a las alcaldías de Tlacui-lotepec y Juan Galindo, cuyos vehículos tienen orificios tamaño bala como recuerdo de sus atentados; la del independiente encañonado cuando pedía el voto casa por casa o la de los candidatos que fueron marido y mujer y ahora se disputan el mismo puesto a balazos.

Esto ocurrió los últimos cuatro meses en el I Distrito Electoral federal de Puebla, formado por 15 municipios de la Sierra Norte, el cual es una representativa muestra de la violencia electoral que azota al país. En total, en esta contienda suman a nivel nacional 132 entierros de militantes...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR