Nostalgia por la dictadura

AutorPablo Giuliano

SAO PAULO, BRASIL.- Treinta y cinco años después del fin de la dictadura militar brasileña (1964-1985), reivindicada por el presidente Jair Bolsonaro, ésta sobrevuela la actual vida política de la mayor economía de América Latina en medio de los estragos sanitarios y económicos causados por la pandemia del covid-19.

Desde marzo, militantes del gobierno -no más de mil 500 personas- han salido a las calles de Brasilia durante los fines de semana para defender la dictadura y pedirle a Bolsonaro, un ultraderechista excapitán del Ejército, cerrar el Supremo Tribunal Federal, la máxima instancia de justicia del país, así como el Congreso.

"Intervención militar con Bolsonaro en el poder" es la consigna de estos grupos que festejan en la puerta del Palacio del Planalto, sede del gobierno, en actos a los que acuden con banderas de Israel y de Estados Unidos.

Se trata de manifestaciones que se suman al rechazo de la ultraderecha oficialista contra las medidas de distancia-miento social impuestas por alcaldes y gobernadores desde marzo último.

Gabinete castrense

Conquistada la Presidencia el 1 de enero de 2019, tras vencer en los comicios de 2018 a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), Bolsonaro le dio empleo a los miembros del llamado "partido militar". Se trata de unos mil 700 oficiales y suboficiales que operan en toda la línea del gobierno.

En el gabinete casi la mitad son militares, como el ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello. En resumen, hay más ministros castrenses en el gobierno de Bolsonaro que en toda la dictadura.

Las fotografías de los cinco dictadores (Humberto Castello, Arthur Costa e Silva, Emilio Garrastazú Médici, Ernesto Geisel y Joao Baptista Figueiredo) estuvieron durante 28 años en la oficina que el actual presidente tenía en la Cámara de Diputados de Brasil; en el recinto legislativo Bolsonaro también defendió al jefe de las torturas del régimen, Carlos Alberto Brilhante Ustra, a quien considera su "héroe" por haber luchado "contra el comunismo".

Pazuello es considerado un vertica-lista que no contradirá al presidente en materia de salud. Encargado de esa cartera desde el 15 de mayo último, el general experto en logística asumió de 2018 a 2019 la organización de los campamentos de refugiados venezolanos en la frontera norte.

El antecesor del general es el oncólo-go Nelson Teich, quien renunció a Salud luego de negarse a firmar un protocolo que permitiera la libre prescripción, en los hospitales públicos, de cloroquina, un remedio contra el covid-19 que fue defendido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Bolsonaro.

Pero Teich es el segundo ministro de Salud que cayó con la pandemia. El primero fue el político y médico Luiz Hen-rique Mandetta, del conservador partido Demócratas, quien defendió el aislamiento social determinado por los gobernadores, alcaldes y la OMS, medida contraria a Bolsonaro, considerado un negacionista.

"Va a morir gente. Es la vida, el destino", suele responder Bolsonaro cuando se le pregunta sobre la pandemia; defiende que sólo los mayores de 60 años hagan cuarentena y que el resto salga a trabajar.

La línea negacionista de un gobierno que prometió trabajar contra el sistema político se intensificó en la pandemia. El bolsonarismo apunta al sistema global, a la Organización de las Naciones Unidas y a la OMS.

Denuncias en su contra

Bolsonaro acumula más de 40 pedidos de juicio...

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