Notas sobre la tragedia de Calderón y el MPJD (un año y medio después)

AutorJavier Sicilia

Ese poder tan desmesurado como destructor ha sido -aun cuando hoy en día hay una conciencia del derecho (lo que lo hace más terrible) y nuestras armas son más expansivas y letales, hasta el grado de poder borrar la memoria de los muertos- igual en la Roma imperial que en el mundo de los nazis; igual en la Israel antigua, retratada en la Biblia, que en el México y los Estados Unidos de hoy. A esos niveles de fuerza da lo mismo el poder de la espada que el de un AK-47.

Todo poder es fuerza corrompida, y toda guerra es su expresión más atroz: el rostro de la barbarie. La guerra de Troya, emprendida por uno de los pueblos más civilizados, fue terriblemente bárbara. No lo fue menos el horror desplegado por una Alemania que había dado a Goethe, a Bee-thoven y a Thomas Mann; no lo es menos tampoco la guerra contra el narcotráfico desatada por un Estados Unidos que ha dado a Thoreau, a Thomas Paine, a Whit-man, a Emily Dickinson, a Luther King, y por un México que ha dado a Octavio Paz, a Carlos Fuentes, a Rulfo, al Doctor Nava, a Heberto Castillo, a Rosario Ibarra, a Concha Cabrera de Armida y al Subcoman-dante Marcos, por nombrar sólo a unos cuantos hombres y mujeres que hablan de nuestros altísimos grados de civilización. "Se es siempre bárbaro -decía Simone Weil- con los débiles"; se es siempre bárbaro cuando se posee una fuerza desmesurada. Nunca, en este sentido, han faltado, a lo largo de la historia humana, seres que, en medio de las civilizaciones más exquisitas, "ya sea por una estima exclusiva y aristocrática de la cultura intelectual; sea por la ambición, por una suerte de idolatría de la Historia y de un porvenir soñado; sea porque confunden la firmeza del alma con la insensibilidad o (...) porque carecen de imaginación, se acomodan perfectamente con (la desmesura y su) barbarie y la consideran como un detalle inferior o como un instrumento útil" (Weil).

Ese tipo de barbarie no nace, por lo tanto, de la barbarie misma -los excesos de los bárbaros son limitados-, sino de Estados y sociedades "extremadamente civilizados, pero (en alguna parte de sí mismos) bajamente civilizados (...) que pueden llevar a quienes amenazan y someten a esa descomposición moral que no solamente rompe cualquier esperanza de resistencia efectiva, sino que rompe de manera brutal (...) la continuidad en la vida espiritual (...)", convirtiendo la vida humana en una constante tragedia. Desde hace seis años, en México, Felipe Calderón desató una tragedia tan...

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