La nueva ruta de la seda

AutorAdrián Foncillas

BEIJING.- China ha resucitado la mítica ruta de la seda, aquella antecesora de la glo-balización que unió a Europa y Asia entre los siglos IX y XV.

Los tiempos cambian pero el espíritu comercial chino persiste. Donde había camellos habrá trenes de alta velocidad y los bienes de última tecnología relevarán a su delicada porcelana. Esta nueva ruta de la seda ha sido bautizada como One Belt, One Road (OBOR). Es más extensa y acorde con las ambiciones y medios de la segunda potencia económica del mundo. También es la respuesta china al rancio proteccionismo que pregonan Estados Unidos o el Reino Unido.

China presentó el pasado 15 de mayo el mayor proyecto de obras de infraestructura que haya promovido un solo país en la historia. Cubrirá 65% de la población mundial, un tercio del PIB global y moverá la cuarta parte de los bienes del planeta. Las cifras ridiculizan al estadunidense Plan Marshall, que reconstruyó Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Los cálculos más creíbles sitúan a éste en el equivalente actual de 130 mil millones de dólares; en el OBOR se habla de varios billones de dólares.

El evento diplomático del año vino acompañado de la pompa habitual en Beijing: carteles en marquesinas y fachadas, jóvenes voluntarios uniformados en las calles, ditirámbicos editoriales en los diarios y maratónicos programas monográficos en televisión. Nada sobra para ensalzar el que para la prensa oficial será "el legado más perdurable" del presidente chino Xi Jinping.

"La solución china para la recuperación económica global", añadió el Diario del Pueblo. "El artífice de la nueva era de la globalización", señaló en alusión al líder más poderoso de China desde Deng Xiaoping, arquitecto de las reformas.

Veintiocho jefes de Estado arroparon a Xi en Beijing, quien en su discurso aludió a Zheng He, aquel mítico explorador de la dinastía Ming que encontró su lugar en la historia "no como un conquistador con barcos de guerra y espadas, sino como un emisario amistoso con caravanas de camellos".

La lectura de la prensa o la escucha de expertos puede provocar resultados esquizofrénicos: el proyecto conectará a millones de personas, estimulará la economía global, levantará infraestructuras vitales en países pobres y hará del mundo un lugar más feliz. O permitirá que China siga esquilmando a los países en desarrollo, apuntalará la vanidad de Xi, enriquecerá sólo a las empresas chinas y agudizará la pérfida influencia global de Beijing.

Son habituales las posturas...

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