El nuevo arzobispo, ante un urgente aggiornamento

AutorBernardo Barranco V.

Digámoslo categóricamente: Aguiar es el hombre de toda la confianza del Papa en México. Francisco empuja una Iglesia pastoral y amorosa, donde los actores religiosos estén en permanente vínculo con las diferentes comunidades, incluyendo lo que llama las periferias: los descartados, pobres, minorías, jóvenes y ancianos. Lo que haga o deje de hacer el nuevo arzobispo será un precedente importante para toda la Iglesia mexicana.

Aguiar adviene no por sus blasones pastorales, que no posee, sino como un amigo leal del Papa. Hay que recordar que el argentino enfrenta una severa rebelión de grupos ultraconservadores, dentro y fuera de la Iglesia, con los cuales Norberto Rivera simpatiza.

Dicha rebelión es inédita en la historia reciente de la Iglesia; es contestataria y enfrenta al Papa en el espacio público. Por ello, Aguiar Retes al frente de la Iglesia mexicana es determinante en el complejo rejuego del tablero político religioso que se dirime en Roma.

Aguiar llega a una arquidiócesis desmembrada, rota. Su gran reto es ir más allá de una conversión pastoral: ha declarado una necesaria "renovación eclesial", incluso como encomienda del mismo Papa. Pero esa renovación se arriesga a quedarse corta.

Se requiere, por tanto, recrear un profundo aggiornamento (movimiento de renovación y modernización) que sacuda la tensa relación entre la Iglesia católica y la cultura secular de la Ciudad de México. El caduco modelo de Norberto Rivera, arzobispo durante 22 años, fracasó de manera estrepitosa; fue rebasado por una urbe dinámica, con el mayor índice de escolaridad y enlazada a los grandes movimientos culturales de la era global.

Aguiar está obligado a las aperturas, al diálogo plural y a la atención a los descartados y minorías que Rivera no sólo despreció sino combatió.

En su tiempo, la Iglesia de Rivera representó cambios en paradigmas eclesiásticos.

Es a partir de 1995 cuando Rivera inicia un capítulo regresivo en la vida de la Iglesia. Reprime el progresismo católico de laicos y religiosos; inhibe la agenda social y abandona la sensibilidad por los pobres y las causas de la justicia social; opta por los ricos, con una visión patrimonialistadel cambio social desde arriba; absolutiza la agenda moral que condena el aborto y a los homosexuales así como relativiza el rol de la mujer en la sociedad.

La imagen de la Iglesia de Rivera experimenta un notable deterioro por los estrechos vínculos con la clase política y en definitiva, la protección a la...

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