Una obra maestra de impudicia jurídica

AutorPatricia Dávila

Enero 21 de 2008. Eran las 3:25 horas. "Estaba en mi casa, acostado, cuando escuché ruidos, voces de gente en la puerta. Abrí la persiana. (Hombres armados) estaban apuntándome por la ventana. En ese instante tumbaron la puerta de acceso y otra de madera. (A la planta alta de la casa) subieron muchos militares, me pusieron una capucha en la cabeza. Me llevaron a la sala de la casa, en donde me tuvieron como dos horas. De ahí me sacaron a la calle, me subieron a una (camioneta) van y me trasladaron al aeropuerto, supongo, porque se oían los aviones. Luego me trasladaron a la Ciudad de México en una aeronave. Al llegar me quitaron las vendas de la cabeza y me presentaron con los periodistas..."

Ésta es parte de una declaración que Alfredo Beltrán Leyva El Mochóme» rindió el 11 de marzo de 2009. "Me subieron a un helicóptero y me bajaron en las instalaciones de la SIEDO (Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, hoy SEIDO). En un cuarto dos mujeres me pedían que 'pusiera' a mi hermano Arturo; les dije que no sabía nada de él...".

En otra declaración, el 25 de mayo, añade: "Los militares entraron, revolvieron toda la casa y no encontraron nada ilícito. ¿Cómo es posible que dos días después supuestamente hallen un arma de fuego? Resulta ilógico".

Cinco días después de la detención de Alfredo Beltrán, cinco soldados fueron detenidos por la Policía Judicial Militar, acusados de proporcionar información a ese capo. Las autoridades difundieron que los nombres de los cinco aparecieron en una libreta encontrada durante la captura de Beltrán Leyva. Además, en un audiocasete se incriminaba a uno de ellos.

Sin embargo, según la versión oficial, la detención se realizó no dentro de la casa, sino afuera. Supuestamente, Beltrán Leyva iba en una camioneta BMW modelo X3 junto con otras tres personas. Llevaba 900 mil dólares, un estuche con 11 relojes finos, un fusil AK-47 y ocho armas cortas.

Después de casi seis años en prisión y procedimientos en al menos tres tribunales, los militares acusados decidieron hablar por primera vez.

Se trata del mayor Francisco de Jesús Pérez Chávez, los tenientes Humberto Ramiro López Cornejo, Humberto Solís Galicia, Alberto Cortina Herrera y Sergio Jongitud Barragán, y el sargento Ricardo Ramírez López.

Afirman que la milicia los convirtió en "chivos expiatorios" en un afán de ocultar que la detención de Beltrán Leyva fue producto de un "cateo ilegal" realizado por elementos de la Unidad de Fuerzas Especiales del Alto Mando de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedeña).

"El día 26 de enero de 2008 me encontraba desempeñando mi cargo de agente de Ministerio Público Militar cuando 20 elementos de la Policía Judicial Militar llegaron por mí. Llevaban una hoja de presentación girada por la SIEDO en relación con una lista de nombres que fue localizada tras la detención de Alfredo Beltrán Leyva. En la SIEDO únicamente me mostraron una hoja en la que, arriba de mi nombre, dice 'pago quincenal a Los Primos'", narra el mayor...

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