"A ocho columnas" y la corrupción en la prensa

AutorEstela Leñero Franco

A ocho columnas, escrita en 1954, pone en evidencia el uso del periodismo para satisfacer intereses económicos y políticos particulares, y cómo es posible la manipulación de la información. El diputado sin ningún pudor puede negociar con el subdirector del periódico El Mundo para que esa nota que está preparando el periodista salga en los términos que él lo desea, para destruir la carrera política de su contrincante, aunque se traicione la verdad.

Salvador Novo escribió esta obra con la intención de poner en evidencia a uno de los periodistas más corruptos de su momento, Carlos Denegri, del periódico Excélsior, con el cual tenía una confrontación personal, tanto por sus prácticas periodísticas como por el menosprecio hacia las notas sobre teatro que Novo escribía en ese medio.

La obra A ocho columnas, con una visión crítica y social que poco utilizó Novo en su teatro posterior, está cargada de humor negro, ironía y sarcasmo, que en la versión de Fernando Bonilla se lleva a sus últimas consecuencias. Una farsa donde se exacerba el carácter de los personajes, tanto en el tono como en el estilo de actuación, emparentándolo con los personajes del cine mexicano de los 50. Las actuaciones del equipo son intencionadamente estereotipadas y responden a la idea de caricaturizar y contraponer a los personajes: el periodista ingenuo (José Carriedo, premiado por la ACPT y alternando con Jerónimo Best) y la secretaria buena gente (Alondra Hidalgo) terminan cayendo en las fauces de los malos: el subdirector Torritos (Luis Miguel Lombana, con...

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