El más odiado

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Dos semanas duró el mutismo de Emmanuel Macron ante la crisis social generada por los Chalecos Amarillos: 13 minutos duró la alocución que dirigió a los franceses la noche del lunes 10 para responder a ese movimiento de protesta.

Con el rostro cansado y mirada a menudo fija en el teleprónter, el presidente francés optó por un estilo sobrio, distinto al tono "jupiteriano" que suele adoptar en circunstancias solemnes.

Fue él mismo quien, en el alba de su periodo presidencial, aludió al todopoderoso dios romano para anunciar su intención de dirigir la política del país desde la altura a la que acababa de acceder.

A lo largo de su breve pero denso discurso, el jefe de Estado osciló entre la suma dureza para denunciar la violencia que sacude a Francia sábado tras sábado desde el pasado 17 de noviembre, y un esbozo de empatía cuando afirmó entender el "coraje justo y profundo" de quienes cuentan cada centavo al final del mes.

Luego presentó medidas económicas concretas e inmediatas: aumento de 100 euros mensuales al salario mínimo, supresión de gravámenes fiscales a las horas extra y reducción de la Contribución Social Generalizada, un impuesto que afecta particularmente a los jubilados.

Pero poco importó lo que dijo Ma-cron... ni cómo lo dijo.

La noche del lunes 10 la mayoría de los Chalecos Amarillos convocó a celebrar, este sábado 15, el llamado "acto V" de su marcha de protesta en París y en ciudades de provincia.

Entrevistados en las glorietas y en los peajes de autopistas que siguen ocupando en toda Francia, los Chalecos Amarillos -aun cuando son mucho menos numerosos ahora- siguen exigiendo la renuncia de Macron, y lo hacen con una determinación y a veces con una violencia que deja atónitos tanto a los reporteros como a los numerosos "expertos" -sociólogos, politó-logos, investigadores universitarios- que salen a su encuentro para tratar de entender este movimiento social atípico.

Si bien los Chalecos Amarillos se muestran implacables con todos los partidos políticos y los sindicatos y hostiles con los medios, llama la atención el nivel de odio que manifiestan hacia Macron. Ese aborrecimiento se expresa tanto en sus innumerables discusiones en las redes sociales como en las manifestaciones y en los lugares que ocupan o bloquean. Reporteros de radio y televisión confiesan que no transmiten al aire los ataques más virulentos contra el jefe de Estado por su carácter difamatorio.

Los expresidentes Nicolas Sarkozy (2007-2012) y Francois Hollande (2012-2017) acabaron sus quinquenios con muy bajos índices de aprobación por no haber logrado resolver la crisis del desempleo que gangrena a Francia.

El primero salió del Palacio del Elíseo...

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