La Oficina, heredera del Cártel de Medellín, quiere pactar su desarme

AutorRafael Croda

MEDELLÍN.- En una sencilla casa de madera al borde de una pendiente, en una de las montañas que rodean el Valle de Aburrá, en el departamento de Antioquia, un integrante de la dirección colegiada de La Oficina, quien se identifica como Ocho, está acuartelado con sus hombres.

Alrededor de ese punto, desde el cual se aprecian a lo lejos Medellín y sus grandes edificios surgiendo de entre la vegetación, Ocho tiene varios círculos de seguridad que le permiten estar al tanto de todos los movimientos que ocurren en cuatro kilómetros a la redonda.

Son días de zozobra y de ajuste de cuentas en las comunas de Medellín y el dirigente de La Oficina -organismo cúpula de las bandas criminales del Valle de Aburrá y el centro de mando de un ejército urbano que las autoridades calculan en unos 5 mil hombres- vive en estado de alerta.

Sabe que desde hace meses el orden criminal de esta urbe depende de frágiles equilibrios que se pueden romper en cualquier momento.

"Hay mucha tensión en algunos sectores de la ciudad y hay el peligro de una guerra con una facción disidente de La Oficina que puede dejar miles de muertos", dice Ocho, quien hace estas declaraciones a Proceso con autorización de la dirección colegiada y del jefe de más peso en la organización, Juan Carlos Mesa Vallejo, conocido como Tom o Carlos Chatas, quien está en la cárcel La Picota, de Bogotá.

Ocho también sabe que el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, ha prioriza-do en su gobierno el tema de la seguridad, y que eso se ha traducido en la captura de importantes jefes de La Oficina.

Sólo en este mes la Policía Nacional detuvo a dos integrantes de la dirección colegiada de esta organización: Mauricio Alberto UribeTabares, El Grande, yJuan Carlos Castro, Pichi Belén.

Según el vocero del grupo criminal urbano más poderoso de Colombia, "aunque hay más capturas, los cabecillas son sustituidos inmediatamente por otros, y la estructura delictiva sigue funcionando igual, pero con más violencia".

Esto, afirma, porque los nuevos jefes "tienen menos control sobre sus estructuras".

El hecho es que los homicidios en Medellín han aumentado 20% este año. Entre enero y el pasado domingo 19 ocurrieron 403, contra 336 en el mismo periodo de 2017. Más de la mitad de los asesinatos (56%) son atribuidos por la alcaldía a enfrentamientos entre bandas por el control territorial.

Ocho afirma que La Oficina, que controla 90% de las estructuras criminales del área metropolitana de Medellín -el Clan del Golfo controla el restante 10%-, no sólo está decidida a acabar con esas disputas territoriales, sino que ya ha logrado importantes avances en ese sentido.

Esto, dice el vocero de la organización, como paso previo para propiciar un proceso de diálogo con las autoridades locales y el gobierno nacional, a fin de lograr "la paz urbana" en la segunda ciudad de Colombia.

"Queremos acogernos a la justicia", dice a este semanario el vocero de la organización fundada en los ochenta por el jefe del Cártel de Medellín, Pablo Escobar, y la cual, desde entonces, ejerce el dominio de barrios enteros en esa ciudad y en los otros nueve municipios que forman el Valle de Aburrá, entre ellos Envigado, Bello, Itagüí y Copacabana.

Esto, agrega Ocho, significa "que estamos dispuestos a desarmarnos, a desmantelar las estructuras criminales y a acabar con las rentas ilegales".

De acuerdo con el vocero de La Oficina, esa organización, creada para agrupar a todos los combos (pandillas) del Valle de Aburrá y que acabó como brazo armado del Cártel de Medellín, quiere iniciar un proceso de paz que ponga fin al conflicto urbano que ha marcado a esta urbe desde los ochenta.

Y lo quiere hacer ofreciendo a las víctimas "verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición", los cuatro pilares de la justicia transicional que se aplicaron en Colombia para resolver el conflicto con la exguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

"Lo que necesitamos -dice Ocho- es una fórmula jurídica que le permita una salida digna a la totalidad de los miembros de La Oficina, a los líderes y a la base, con rebaja de penas a cambio de reconocer delitos y con compromisos para reparar a víctimas de nuestra organización".

También, agrega, se requiere un programa gubernamental "para reinsertar a...

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