Una oportunidad para México

AutorSabina Berman

Desde luego mostrar arte fuera de las fronteras tiene esa bondad añadida, muestra el lado creativo y sensual de una sociedad, su lado más atractivo. Pero aun en eso fallamos, seguimos enviando afuera sandías de Tamayo y mujeres dolo-rosas de Frida Kahlo o revolucionarios heroicos de Rivera, o bien vasijas y estatuas de señores aztecas y mayas. El arte de nuestros difuntos puede ser glorioso, y sin embargo el mensaje que transmite es: Qué sofisticados eran los mexicanos, ¿qué les pasó que no tienen algo contemporáneo que mostrar?

Importamos películas por centenares cada año, compramos música estadunidense e inglesa, popular y clásica, como colonizados ejemplares, consumimos aplicaciones digitales por millones, traemos conciertos y espectáculos extranjeros como eventos principales a nuestros foros magnos, pagándolo todo con dinero contante y sonante; pero al pensar en exportar Cultura, lo dicho, mandamos postales del pasado, y para colmo saldamos el envío nosotros.

¿Cómo cambiar esta costumbre maso-quista? ¿Cuándo curar esa timidez de no-viecita que, guardada en un rincón y vestida de chaquiras, pestañea con coquetería provinciana?

Está abriéndose para México una oportunidad amplia en estos días en que la crisis económica obliga a España, el único país de los que hablan español que ha sabido hacer de su cultura una exportación, a cortar sus apoyos al arte y la literatura. En especial debe interesamos el recorte de 37% anunciado para el Instituto Cervantes, esa red de embajadas culturales que España sembró por el planeta en la última década del siglo pasado.

Las historias paralelas de lo que México y España hicieron con sus bienes culturales en la época naciente de la globalización, es interesante de recontar, y entraña una enseñanza de lo que no debiéramos repetir.

En 1988 Carlos Salinas de Gortari se tercia la banda presidencial luego de una elección de resultados dudosos, e inicia un proceso de desestatización y de integración económica con el resto de Norteamérica a través del Tratado de Libre Comercio.

Como parte de la apertura al mundo, el gobierno salmista se propone "mejorar la imagen de México en el extranjero", y dispone para ello de un presupuesto abultado. En 1990 envía a viajar por las capitales del planeta la exposición Treinta siglos de esplendor, que en efecto muestra la grandeza de nuestro arte, sobre todo el pretérito, el precolombino y el post-revolucio-nario, con una última y breve sala para el arte contemporáneo. El día de...

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