Un país ignorado por el mundo, pero que está en la mira de China

AutorAdrián Foncillas

TAIPÉI.- En la Torre 101 confluyen tradición y tecnología. A los pies de esa caña de metal y cristal nunca escasean los turistas fotografiando su silueta contra el cielo plomizo de la isla. Un jubilado ondea una bandera roja con estrellas amarillas mientras jóvenes independentistas reparten folletos sobre las violaciones de derechos que comete Beijing.

Ningún país se siente más orgulloso y celoso de su democracia que Taiwán (país oficialmente llamado República de China). De sus discusiones parlamentarias, de sus protestas callejeras, de sus participaciones masivas en las elecciones, de su vibrante sociedad civil, de la igualdad de derechos de sus mujeres o de los únicos matrimonios gay de Asia. Las invocaciones a la democracia subrayan su diferencia con la República Popular China.

El estrecho de Formosa es la zona donde China y Estados Unidos se han citado para dirimir el liderazgo global. Hoy muestra un coctel inquietante tras la llegada al poder, en 2016, de los soberanis-tas en Taipéi, la declinante paciencia china por una reunificación que no llega pero se espera y por el efecto Trump.

Beijing y Taipéi suman siete décadas de relación complicada y reñida con la lógica. Es absurdo que Vincent Lu haya pasado buena parte de su vida en embajadas de todo el mundo y no haya pisado nunca el país en el que nacieron sus padres: Taipéi se lo impide a sus funcionarios para evitar que China los reclute como espías. Fue un absurdo histórico-geográfico-económico hasta hace sólo 10 años que los pasajeros pasaran por un tercer país para cruzar los 130 kilómetros del estrecho. Y es absurdo el limbo jurídico en el que aguanta Taiwán: soberano pero ignorado por el mundo, ejerciendo una independencia que no puede declarar; un país de hecho, no de derecho.

Beijing reclama como suya la isla desde que los nacionalistas se refugiaron allí en 1949 y exige el reconocimiento del principio de una sola China, a pesar de las inversiones a fondo perdido con las que Taipéi la compensa. Hoy Taiwán apenas conserva como socios a 17 países repartidos sobre todo en el Caribe y Oceanía.

Perdió en 2018 a San Salvador, tercer país socio en un año, en una ofensiva china por extinguir la huella internacional de Taipéi; igual le quita aliados que impone a las aerolíneas internacionales que dejen de referirse a Taiwán como país.

Taipéi aclaró que concentraría sus esfuerzos en países con sus mismos ideales, en la enésima invocación a su democracia frente a la economía china, pero...

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