País con una imagen rota

AutorYetlaneci Alcaraz

BERLÍN.- El joven Marvin Oppong se encontraba aquel 2 de mayo de 2018 en la plaza Bertha von Suttner, en Bonn, cuando observó cómo una patrulla chocó con un taxi. De inmediato le tomó una foto al vehículo oficial que presuntamente provocó el percance. Los oficiales, molestos, le recriminaron ese acto a Oppong, quien les contestó que era periodista y nada le prohibía tomar fotos.

Cuatro policías arremetieron contra él, un periodista alemán negro. Lo derribaron, y cuando se encontraba boca abajo sobre el suelo, uno de ellos le puso la rodilla sobre cuello -técnica similar a la que mató a George Floyd el 25 de mayo en Mineápolis, Estados Unidos-. Y luego se lo llevaron detenido a una comisaría. Un colega de Oppong videograbó la violencia policial.

El periodista iba esposado y sangraba de cara y manos, no obstante las autoridades le negaron atención médica; tampoco le permitieron llamar a su abogado. Lo trasladaron a una celda donde le ordenaron despojarse de su ropa, con excepción de los calcetines. Antes habían confiscado su cámara fotográfica y la tarjeta de memoria.

La policía inició una investigación contra Oppong por resistencia a la autoridad y "sospecha de violación de la esfera altamente personal de la vida, al tomar fotografías", una acusación que se retiró al comprobarse que la agente blanca implicada en el accidente no aparecía en las imágenes tomadas por el periodista. Oppong, quien estuvo detenido durante una hora, comenta a la reportera que la brutalidad policiaca que sufrió se debe al color de su piel.

Desde muy temprana edad, en su natal Munster, Oppong comenzó a confrontarse con experiencias racistas que plasmó en el libro Siempre diferente. Durante su niñez fue objeto de burlas de sus compañeros de escuela debido al color de su piel; como adulto recibió insultos e invectivas, según las cuales su origen no se encuentra en Alemania. De hecho, para él, el incidente de 2018 con la policía fue un episodio más de discriminación.

Problema estructural

La muerte de George Floyd el pasado 25 de mayo despertó indignación y protestas multitudinarias en todo el mundo. Alemania no fue la excepción.

El pasado 6 de junio y pese a las restricciones que aún se mantienen por la epidemia de coronavirus, decenas de miles de manifestantes salieron a protestar en las principales ciudades del país: en Berlín participaron alrededor de 15 mil personas; en Múnich, 24 mil, según cálculos de la policía; en Hamburgo, otros 14 mil; mientras en otras 23...

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