País inseguro... y más aún para los migrantes

AutorRicardo Raphael

No es anecdótico que las mujeres atraviesen con píldoras anticonceptivas del día después, en el bolso, porque la probabilidad de violación es muy alta.

Organizaciones criminales, como Los Zetas o La Familia Michoacana, los han utilizado como "burros", para que carguen droga, de sur a norte. También está documentado el secuestro y la extorsión, como prácticas recurrentes, desde hace al menos 20 años.

Los honduritas, como se llama despectivamente a los menores migrantes, han sido forzados a trabajar como halcones -informantes- y también esclavizados para procesar narcóticos en los laboratorios clandestinos.

La masacre de San Fernando, en 2011, y otras atrocidades descubiertas con posterioridad, son recuerdos muy dolorosos de esta misma realidad.

Si en fechas recientes el flujo migratorio se multiplicó, no es porque en México hayan disminuido estos riesgos, sino porque el peligro que corren los centroamericanos en sus respectivos países es ahora peor.

En este contexto tiene algo de rematadamente absurdo hablar de México como "tercer país seguro". No es seguro para su propia población, mucho menos para los extranjeros, sobre todo si son pobres, si son vulnerables, si son centroamericanos.

En este contexto, cuán ridículo debió haber sonado para la representación mexicana que acudió a la Casa Blanca cuando aquella se volvió la principal exigencia de los Estados Unidos.

Tanto más absurdo se habrá escuchado en el salón Roosevelt la expectativa de que tal exigencia se cumpliera de inmediato.

Lo que tendría que hacer México para volverse seguro para los solicitantes de asilo implica un esfuerzo institucional inalcanzable en el corto plazo.

La ola de violencia que arrebató la vida, entre 2005 y la fecha, a más de 300 mil personas, y que también implicó la desaparición de más de 60 mil seres humanos, es evidencia de esta realidad.

El desafío que implicaría dar asilo seguro a más de 1 millón de centroamericanos en los próximos 12 meses obliga a contar con capacidades que hoy no están presentes, de modo alguno.

Destaca entre las instancias desmanteladas la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar). En el presupuesto 2019 el Congreso no autorizó un solo centavo destinado a pagar combustible, suministro de alimentos, agua, luz, internet o telefonía.

¿Así o más grave? La agencia del Estado mexicano constitucionalmente responsable de atender refugiados -de proporcionar condiciones decentes para los solicitantes de asilo- no tiene con qué tenerse en...

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