La palabra indígena

AutorJavier Sicilia

Hasta ese momento la palabra desarrollo sólo se utilizaba, dice Iván Illich, "en relación con las especies animales, con los valores inmobiliarios o con las superficies geométricas". A partir de entonces "se relacionó con poblaciones, países y estrategias económicas", como lo hace e impulsa la 4T, un sometimiento a la lógica neoliberal de Trump, que se relaciona también con la política de persecución a los migrantes centroamericanos.

Hoy, delante de los desastres que el desarrollo ha creado es ya imposible ocultar que esa noción y su práctica significan la integración de culturas orientadas hacia los valores de uso y sus producciones autónomas a un sistema económico de mercancías, consumo y dependencia económica.

El desarrollo, contra lo que diga el presidente, no sólo transforma a las personas en "recursos" explotables para la producción y el consumo de bienes mercantiles, destruye también y por lo mismo las vidas comunitarias y autónomas llevando a las personas a una guerra por obtenerlos. Hace algo más: promueve la violencia contra el medio ambiente ("la Madre Tierra", como sabiamente la llaman los indígenas), convirtiéndolo de igual forma en un "recurso" explotable para esa misma producción y generando el cambio climático, cuyas consecuencias, de continuar con ese modelo depredador, serán irreversibles. De allí que Moisés la asocié con la Bestia apocalíptica y con la Hidra, el despiadado monstruo acuático de la tradición helena, cuyas cabezas, después de cortadas, se regeneran como lo hacen dentro de la 4T.

Hay en este sentido una profunda relación entre la violencia de los megaproyec-tos impulsados por la 4T y denunciados por Moisés, y la violencia del crimen organizado. Ambos, siguiendo la lógica del desarrollo -al fin y al cabo son hijos del llamado neoliberalismo- reducen todo -personas y territorios- a recursos, instrumentalidades al servicio de la producción, el consumo y el dinero. Ambos también, en su afán de controlar nuestras vidas, quieren hacernos dependientes de producciones y empleos cada vez más perversos, sofisticados y escasos, y encadenarnos a necesidades que sólo pocos pueden satisfacer. Su única diferencia es que, mientras el crimen organizado es abiertamente agresivo...

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