La pandemia en el Bordo de Xochiaca

AutorMiguel Dimayuga

Dani Navarro saluda desde la orilla del arroyo que se ve hasta el fondo del Bordo de Xochiaca; una jauría lo persigue, los perros mueven frenéticamente sus colas mientras él sacude una bolsa con huesitos. Desde lejos grita que sí cuando le preguntan si trae basura de hospital.

Él es operador de un camión recolector de basura y en su ruta hay un hospital del IMSS -de los más concurridos en esta pandemia-, uno ubicado en Nezahualcóyotl, en el nororiente de la Zona Metropolitana del Valle de México. Se trata de uno de los municipios más populosos del país y exportador de mano de obra por excelencia... Claro, también es uno de los más afectados por el covid-19.

"En este trabajito chulo nunca terminamos. La basura no nos deja, y menos ahora que no sabemos a dónde irá a parar tanto desecho", dice Dani con su mirada enrojecida cuando confiesa que pasó el Día del Padre en el basurero y no con sus papás, con quienes vive.

Platica que su familia sabe a qué se dedica y que, por eso, espera que comprendan por qué estos días los evita. Se ha autoexiliado en la azotehuela de su propia casa para evitar el contacto con ellos.

"Cada cabeza es un mundo", responde cuando se le pregunta si él siente que ha desarrollado anticuerpos, como la gente cree, por llevar toda su vida trabajando entre la suciedad. "Sí tenemos anticuerpos, pero no somos inmunes, somos como todos".

Abre grandes los ojos cuando recuerda el día que comenzó a pensar diferente sobre la pandemia. Hace como mes y medio vio que al hospital de su ruta llegaba un tráiler refrigerante para guardar cadáveres.

Desde entonces, asegura, todos los días cuando llega a su casa de plano echa su ropa a una bolsa y al otro día la tira en el bordo, también asegura que se lava antes de salir del basurero y también antes de entrar a casa. "Es por seguridad".

Desde que la crisis sanitaria golpea a México, Dani come solo en su azotehuela; se alimenta de cosas preparadas que compra en la calle para no pisar la cocina de su casa. Confiesa que le da pánico llevar "el bicho" a sus papás y sobrinos. "¡Imagínese...!", dice mientras vuelve a pelar los ojotes.

Explica que él sabe que la basura que trae del hospital es de zonas generales y detalla que el mismo día que vio llegar el tráiler refrigerante también le sorprendió mucho observar la minuciosidad con la que personal médico se retiraba su equipo de protección para ponerlo en una bolsa roja.

"Luego luego le pregunté a dónde echaban todo eso, porque yo no había visto...

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