La pandemia y la leyenda de San Sebastián. Segunda y última parte

AutorJorge Sánchez Cordero

Antes de partir, y por requerimiento de los notables marselleses, la carga del barco que les era valiosa se confinó irregularmente en una enfermería de Lazaret d'Arenc, de donde fue sustraída de manera furtiva. Se pensó entonces que el hospedero de la peste se encontraba justamente en esa carga. La consecuencia era predecible: la pestilencia se propagó vertiginosamente en Marsella y sus alrededores; falleció el 30% de un total de 400 mil seres humanos.

Los notables de la ciudad arrastraron en lo sucesivo la ignominia por este infortunio. Investigaciones realizadas por el Instituto Max Planck en enero de 2016 demostraron empero que esa epidemia resurgió de la peste renacentista del siglo XIV y no de la carga célebre, lo que plantea a su vez muchas interrogantes.

La infamación

Otra de las catástrofes sanitarias de Europa se originó durante las cruentas guerras napoleónicas: a la mortandad propia de éstas se sumó la provocada por el tifo. La situación se tornó todavía más crítica al perderse las cosechas de papa, arroz y trigo, asoladas por un hongo proveniente de Perú, lo que, además, provocó la hambruna europea de los años cuarenta del siglo XIX.

A esas desdichas se sumaron dos brotes de cólera en París; el más severo fue el de 1848, de mayor mortandad y morbilidad que el de 1832. A raíz de esa crisis sanitaria las élites resultaron estigmatizadas por las clases populares, pues -con argumentos que se habían fermentado en gran medida en la revolución de julio de 1830- les atribuyeron la pretensión maltusiana de reducir la sobrepoblación de las masas a través de esa pandemia.

La crítica situación en Europa provocó migraciones masivas, entre otras las provenientes de Irlanda, cuya población se vio diezmada en 1 millón de seres humanos. El primer gran éxodo irlandés zarpó en el barco Voyageur del puerto de Cork y con él migró el cólera. El barco atracó en Canadá en 1832; Montreal fue el primer foco de infección, que se expandió rápidamente a la costa este de los Estados Unidos y llegó hasta Argentina. Muy pronto esta pandemia se convirtió en la primera causa de muerte en las Américas.

En una célebre conferencia pronunciada en agosto de 1833 en Oxford, Ohio, John W. Scott, profesor de filosofía natural, estigmatizó con virulencia a la población irlandesa, al grado de fustigar sus conductas, que censuró por considerarlas pecaminosas, y sostuvo que la epidemia evidenciaba el disgusto de la divinidad. Esta estig-matización tuvo serias...

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