El paraíso de las violaciones

TOLUCA, MÉX.- "Ya no creo en los hombres", dice con la mirada dura, sin alma. La brillantina con la que colorea sus párpados, los broches rosas que adornan su pelo, el collar del que cuelga una estrella y la sudadera estampada con corazones delatan que sigue siendo una niña, una adolescente con el corazón envejecido. "No soporto que un hombre esté a mi lado y no puedo ser novia de nadie".

El 28 de junio de 2011, cuando tenía 16 años, Carmen (como la llamaremos aquí), habitante de Chimalhuacán, había sido contratada como ayudante por el elotero Luis Francisco Duarte Rivera, quien al terminar la jornada en el tianguis le dijo que no le pagaría hasta que lavara los trastes en su casa. Una vez ahí, aprovechando que estaban solos, la tomó con fuerza, la jaló hasta la cama, le quitó la blusa y el pantalón, le abrió las piernas, comenzó a tocarla violentamente, a morderle los senos e intentó violarla.

"Empezó a abusar de mí. Yo le pedía: 'Déjeme ir con mi mamá' y él decía: 'No-más tantito, nomás te enseño'. Cuando me vio llorando desesperada me soltó, salí corriendo, me escondí detrás de su camioneta", recuerda. Cuando la dejó ir le pagó 200 pesos: 100 por la jornada laboral y 100 para que se comprara unos pantalones.

"Era la primera vez que alguien me tocaba así porque yo no había tenido nada con nadie", dice. Los médicos que la atendieron dejaron asentado en el expediente que tenía mordidas en los senos e inflamación vaginal.

Pero desde que interpuso la denuncia (la 332580260911) fue amenazada y denigrada varias veces por el personal encargado de impartir justicia. El psicólogo Jorge de la Rosa, de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) le decía que exageraba. Su abogada defensora (Teresa Pérez López) le advertía que la llevarían a la cárcel por haber levantado una denuncia por violación cuando lo ocurrido fue un "intento de penetración". El agente del Ministerio Público Dagober-to Álvarez Hernández la acusaba de mentirosa y el imputado y su familia comenzaron a acosarla.

Ocho meses después Carmen acudió con Emerenciana López Martínez, Doña Mere, la luchadora social que ha dedicado su vida a impulsar la justicia en ese municipio mexiquense marginado -el de Chimalhuacán- y a la que por su fiereza se le cuadran hasta los procuradores. Entonces el caso fue tomado en cuenta. El pasado 24 de febrero logró un castigo para el elotero: lo obligaron a pagar 15 mil pesos por los daños. A Carmen esa sentencia la dejó más ofendida.

"Hay semanas que a mi casa llegan tres, cinco mujeres diciéndome que las violaron, que están a vuelta y vuelta con el Ministerio Público hasta que se cansan porque ahí no hacen nada. O mujeres que llegan todas golpeadas porque las quisieron matar y que luego terminan asesinadas. Pero las autoridades están a favor de los delincuentes, nomás los protegen", se queja Doña Mere.

La acompaña para esta entrevista la mamá de Esperanza (no es su nombre real), una niña violada por tres vecinos en 2006, cuando tenía nueve años.

"Mi hija quería justicia porque decía que no quería que a otras niñas le hicieran lo mismo y se careaba con ellos en las audiencias; estaba firme, muy valiente. Pero aunque hicimos lo humanamente posible no hubo justicia. Ella no cree en la justicia, ya tiene 16 años, entró a la prepa y quiero olvidar todo", dice la joven madre, llorando, aún con culpa.

Los casos de Carmen y...

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