¿Qué pasa con "Dumbo"?

AutorJavier Betancourt

Aunque Dumbo (EU, 2018) entretiene y llega a sorprender por momentos, el conjunto decepciona; con sus alas de gigante (como diría el poeta Bau-delaire en "El albatros"), este pequeño elefante, torpe para caminar, está hecho para altos vuelos. Su referente inmediato sería el joven Manos de tijera, ese personaje de Burton (1990) que se convirtió en la imagen por antonomasia del genio incapaz de operar en el mundo práctico. Pero la emoción de este Dumbo, por más expresivos que parezcan sus grandes ojos azules, es de peluche, y sus amigos, la gente del circo, se encarga de traducir lo que el elefantito siente y necesita.

La acción ocurre en 1919, cuando Holt (Colin Farell), estrella del espectáculo de caballos, regresa sin un brazo de la Primera Guerra Mundial. Sus hijos lo esperan en la estación, huérfanos de la madre que acaban de perder (en alusión a la gripe española de ese año); en plena decadencia, el circo del señor Medici (Danny DeVito) ofrece un espectáculo pobre, por eso acepta la oferta de Vandevere (Michael Keaton), un magnate megalómano que los lleva a su parque de diversiones en Nueva York.

A pesar del contexto sombrío, ilustrado con la castración del padre de los chicos como el hombre lastimado por la guerra -disminución de la masculini-dad que la hija mayor subraya cuando le reprocha no ser capaz de defender a la mamá de Dumbo-, los personajes, a la frontera del dibujo animado, ni evolucionan ni sorprenden; lo mismo ocurre con la protegida de Vandevere, Colette, la trapecista que recogió en las calles de París, y a la que la estupenda Eva Green intenta...

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