El pasado como rencor y anacronía

Lo escribí hace seis años: la esencia de la izquierda es el igualitarismo. "Cuando es ineluctable optar, la izquierda favorece la igualdad a costa de la individualidad y la derecha privilegia la individualidad por encima de la igualdad", y por ello la izquierda exige la acción igualadora del Estado (La cuarta democracia, Catarata, 2015). Pero el diablo está en los detalles. Tomo el caso de la política energética como bastión estatista de la 4T. Para combatir la desigualdad es imperativo reivindicar la cosa pública, alevosamente denigrada por el neoliberalismo; ¿por qué rayos se ata lo estatal a las energías sucias y se deja a la iniciativa privada la bandera de las energías limpias, si eso nos aleja de esa reivindicación? En vez de haber gastado tanto dinero en Pemex, AMLO lo pudo haber invertido en una empresa productiva del Estado en el modelo de la noruega Statoil -algo así como Eli-mex, Energías Limpias Mexicanas-, capaz de competir con productores privados de energías solar y eólica, que representan una apuesta sostenible y ambientalista y ante las cuales México tiene una posición privilegiada.

Voy más allá. Si de igualar se trata, es más útil una reforma fiscal progresista que mil golpes de voluntarismo casuístico. Cierto, al empresariado le disgustan los aumentos de gravámenes, pero los preferirían a la incertidumbre provocada por un presidente proclive a jugar vencidas y a cambiar discrecionalmente reglas previamente establecidas. Una izquierda seria -dejémosla en ese adjetivo- no presiona a los empresarios para que compren boletos de una rifa, ni los zahiere si recurren a instancias legales para defenderse, ni los trata bien o mal según se plieguen o no a sus designios. En buena tesis socialdemócrata los más grandes contribuyentes pagan más para financiar un Estado de bienestar, pero saben a qué atenerse y corroboran que sus impuestos se emplean de manera transparente.

El problema es que, mientras algunos izquierdistas buscan igualar, otros quieren vengarse. Unos apoyan a las mipymes en la pandemia para amortiguarles el golpe de la crisis y evitar que se rompa la cadena productiva, otros les niegan recursos. El mismo error conceptual de AMLO de meter a los pequeños empresarios en el mismo saco de los grandes magnates gestó la aberración de tratar al personal de salud que labora en farmacias, clínicas u hospitales particulares como si fueran los dueños de la industria farmacéutica u hospitalaria. ¿Tan difícil es entender que quienes...

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