Por un pedacito de hígado

Cuatro niños regios requieren de un trasplante para salvar sus vidas; sus familias buscan el apoyo de la comunidad

Daniel Santiago

Para seguir con su vidas, cuatro pequeños necesitan de un pedacito de hígado que los ayude a drenar la bilirrubina que ha quedado atrapada a causa de la atresia de vías biliares con la que nacieron.

Para ello también requieren de muchos corazones generosos que ayuden a sus papás a reunir los recursos económicos que aceleren su atención en un hospital privado, pues el tiempo corre y cada día que pasa es crucial.

Ellos son Ashley, Aranza, Ian Alberto y Anthony Tadeo, quienes con menos de 4 años de edad han sufrido las complicaciones de una enfermedad con la que nacen unos 200 niños al año en México.

Los niños viven en distintos puntos del área metropolitana y no cuentan con seguridad social, lo que ha complicado su atención. Sin embargo, tienen esperanza, pues en Monterrey está uno de los especialistas que más experiencia tienen en este tipo de cirugías.

"Todo niño con atresia de vías biliares tiene dos donadores potenciales ideales que inmunológicamente son muy compatibles, qué mejor que papá o mamá les pueda dar una segunda vida al niño con un pedacito de su hígado", explica Ricardo Chávez Vargas, especialista en trasplantes digestivos por el Vall de'Hebron de Barcelona.

"Se requiere de un 20 por ciento de tejido donado por papá o mamá".

El ex jefe de trasplantes pediátricos en Centro Médico Nacional La Raza de la Ciudad de México ha consultado a estos cuatro casos y algunos más provenientes de otros estados en el Hospital Muguerza. Todas las familias tienen dificultades económicas.

Conoce hoy cuatro historias.

ASHLEY VERDÍNEZ, 1 AÑO Y 5 MESES

En brazos de su papá, Ashley extiende el brazo para pedir una galleta y luego llevársela a la boca. En los últimos meses, esta pequeña también ha extendido la mano para lograr su trasplante.

La sociedad le ha respondido generosamente, pues cada vez está más cerca del millón y medio de pesos que requiere para que la parte del órgano vivo que necesita le sea donada por su padre, si los estudios así lo avalan.

"Van aumentando las cuentas, poco a poco, gracias a Dios", dice Martina Hernández, su mamá, de 34 años, quien emprendió con su esposo, Eduardo Verdínez, de 44, una movilización para recaudar fondos.

"Todavía hace falta para llegar a la meta. Es una cantidad catastrófica para nosotros".

La niña y su familia están en la Ciudad de México. En el Hospital Infantil Federico...

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