Pedro Cervantes: 1933-2020

AutorBlanca González Rosas

Irreverente ante la utilidad de una formación académica, asistió únicamente un año, de 1951 a 1952, a la entonces Academia de San Carlos de la Universidad

Nacional Autónoma de México. Abierto a la experimentación, en 1960 le propuso al excelente fotógrafo Nacho López (Tampico 1923, CDMX 1986) registrar el tránsito de su escultura denominada Gallo de pelea por distintas calles del Centro Histórico de la ciudad capital. Una acción que Tibol definió como la primera actividad conceptual en México y que, en su origen, recuerda las fotografías de un cerdo montado en una tarima con ruedas que es transportado por la urbe, y que Nacho López registró en su ensayo fotográfico de 1958 Un día cualquiera en la vida de una ciudad.

Al igual que las experimentaciones escultóricas que se desarrollaron en la escena internacional de los años sesenta, Cervantes exploró las posibilidades de materiales como el hierro forjado y la chatarra industrial.

Admirador de escultores como el colombiano Rodrigo Arenas Betancourt (1919-1995), el escultor mexicano desarrolló un lenguaje que se basó en la sensualidad de volúmenes que aparentaban un ágil y vigoroso movimiento.

Estructuradas a partir de piezas automotrices, como defensas de autos que se diluían ante el protagonismo de la figura -Ícaro, 1968-, sus esculturas sobresalieron en la segunda mitad de la década sesentera.

A partir de los años setenta, sus lenguajes escultóricos abandonaron la chatarra industrial dividiéndose en tres territorios...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR