Pemex: Ingeniería financiera para el saqueo

AutorAna Lilia Pérez

Entre parasoles, tumbonas, veleros y yates de lujo, a las islas del Caribe que alguna vez fueron colonias europeas llegan millonarios de toda estirpe, de cualquier punto del mundo, para abrir cuentas bancarias y hacer inmensos depósitos cuyos orígenes nadie cuestiona, a nadie interesa. No importa si se trata de expresidentes prófugos, gobernadores, alcaldes, legisladores o funcionarios públicos que saquearon las arcas de su país, dictadores que amasaron riquezas con sangre, narcos que por cada dólar envenenaron niños y los engancharon a las drogas, magnates que esclavizan obreros, traficantes de armas, mercancías o carne humana, estafadores o truhanes. Su dinero es lo que vale.

En esas islas, abrir una cuenta o desaparecerla, constituir una empresa o extinguirla, crearle filiales o subsidiarias, convertirla en tenedora de acciones, ligarla a fondos de inversión de cualquier tipo o estructurar todo un holding son trucos similares a los de un mago que aparece y desaparece palomas y conejos. Durante un viaje relámpago, asesores bancarios, gestores, analistas y brokers abren o cierran empresas. Les queda tiempo suficiente para disfrutar del ve-leo, tomar cocteles mientras se asolean, relajarse en la playa y hacer shopping.

Particulares de todo el orbe esconden sus fortunas en esos paraísos fiscales. También ahí se radican consorcios y corporativos que buscan ocultar dinero, ya sea por su origen ilegal, para evadir impuestos en sus países o con el fin de recibir recursos, transferirlos, "pasearlos" y volver a tenerlos sin que nadie haga preguntas.

A finales de los años ochenta, a esos archipiélagos (o a tierras continentales donde se puede hacer lo mismo) comenzó a llegar dinero de Pemex mediante empresas abiertas en el extranjero: compañías que sólo existían en el papel y, muy importante, dadas de alta como "privadas", aun cuando el dinero que manejaban era el patrimonio "de todos los mexicanos".

Primero se abrió una en los Países Bajos, luego en las Antillas Neerlandesas; después en Bahamas, Islas Caimán, Aruba, Irlanda, Suiza, España, Inglaterra, Lu-xemburgo, Estados Unidos, Panamá y Sin-gapur, entre otros. Durante los siguientes 25 años se fue agrandando un organigrama de empresas particulares con membrete de Pemex. A través de éstas no sólo se han transferido millones y millones del erario, también se han usado para concretar negocios que, de haberse hecho en territorio patrio, habrían sido polémicos o ilegales, por comprometer los haberes de la petrolera al favorecer la privatización o el remate de su infraestructura.

En resumen: parte del saqueo, des-mantelamiento y desnacionalización de Pemex se operó desde paraísos fiscales.

A finales de los años ochenta, la economía mexicana y las finanzas de Pemex oscilaban entre el alza internacional de los precios del crudo (en parte como efecto de la "guerra de los petroleros" protagonizada entre Irán e Irak) y su desplome, que precedió al histórico crack de las bolsas de valores del 19 de octubre de 1987. Aquél fue un lunes negro: el peor en la historia reciente de los mercados financieros. El desplome se inició en la bolsa de valores de Hong Kong, cuando el índice Hang Seng se derruyó. El desastre, como letal virus, se propagó a los...

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