Pemex: Irresponsabilidad sistémica

AutorAlberto J. Olvera

La explosión en oficinas centrales tuvo una alta visibilidad mediática y causó una honda impresión en la opinión pública nacional. Lamentablemente, ese no es el caso con los accidentes que suceden en las lejanas zonas petroleras, donde los muertos no son visibles y las cámaras de televisión no pueden transmitir en vivo las consecuencias de los hechos. No por ello la negligencia criminal que explica estos accidentes puede olvidarse o minimizarse. Pemex es una empresa paraestatal que funciona con bajísimos estándares de seguridad y que se ve además afectada por numerosos atentados a la integridad de sus instalaciones, pues el crimen organizado ha colonizado los ductos petroleros y gasíferos de este país, con algún grado de complacencia de sus autoridades y del sindicato. Pemex es un problema de seguridad nacional, sea por causas internas, sea por los ataques que sufre por parte del crimen organizado.

La incidencia de accidentes es tal que tan sólo en la década pasada en el estado de Veracruz se tienen registros periodísticos de mil 421 eventos. Se trata de incidentes muy frecuentes que sufren las comunidades donde se localiza la industria o en las que la empresa o sus contratistas realizan labores de exploración, perforación y tendido de tuberías. Por ejemplo, la zona del llamado Proyecto Aceite Terciario del Golfo (antes Chicontepec) cotidianamente sufre derrames de petróleo, contaminación de cuerpos de agua, destrucción de caminos, deforestación y accidentes industriales menores, los cuales afectan profundamente la vida cotidiana al destruir el habitat e impedir las labores agrícolas. Por otra parte, no debe olvidarse que las viejas ciudades petroleras, como Poza Rica, están cruzadas por ductos en desuso que constituyen un peligro constante para todos sus habitantes.

Pemex, contra la idea que tiene la mayoría de los mexicanos, no funciona como una empresa pública en el sentido de ser propiedad de la nación y, por tanto, vigilada por la ciudadanía. Al contrario, opera en la más completa oscuridad y privacidad, pues nadie vigila su desempeño. Pemex, mito fundacional del nacionalismo mexicano, es exactamente lo opuesto de una empresa pública, pues se maneja con criterios rentistas cuyos beneficiarios son vastas redes de contratistas, los directivos de la empresa y los líderes del sindicato, quienes...

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