El perdón, vocablo del amor

AutorJulio Scherer García

Por decisión propia vivió Enrique Maza en las cárceles de Cleveland y Kansas City allá por los años de 1962 y 1963. Capellán de los condenados a muerte, recuerda hasta en los detalles a dos asesinos de mujeres, un blanco y un negro. El blanco se resistía al encuentro con su destino implacable y entre gritos y jadeos era arrastrado por sus verdugos. El negro avanzaba con una triste música en los pies. Contoneaba el cuerpo con desgano y sus labios morados se distendían en una mueca resignada. Maza los vio morir tras una mirilla impenetrable al sonido. Fulminados por el rayo y el veneno, uno en la silla eléctrica y otro en la cámara de gases, expiraron bañados en sus heces.

En aquella época, cuestionada la pena capital en los tribunales de los Estados Unidos, hubo reos que salvaron la piel en el último minuto. Víctimas de la incertidumbre a lo largo de procesos extenuantes, perturbada su inteligencia, trastornado hasta el sexo, acabaron a merced de sus fantasmas. Sin puntos de apoyo, ajenos al amor que une a los hombres con un lazo que en verdad ata, vivían sin aprender a vivir y apelaban a la muerte sin la decisión de buscarla. Sus días eran círculos cada día más estrechos...

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