Y de los periodistas asesinados y agraviados en el duartismo, ¿quién se acuerda?

AutorJosé Gil Olmos

La mañana del 28 de abril de 2012, la reportera Regina Martínez fue encontrada sin vida en su casa de Xalapa, Veracruz. Su cuerpo había sido macerado y su garganta destrozada por la toalla que usaron para asfixiarla. Era la primera vez que Proceso recibía un impacto de tal magnitud.

Dos días después el gobernador Javier Duarte escuchó las palabras de desconfianza del fundador de Proceso, Julio Scherer: "No le creemos". Y cuando el mandatario prometió una investigación seria para dar con los criminales, escuchó los reclamos directos del director del semanario, Rafael Rodríguez Castañeda. En su libro Viuir, Scherer recuerda el desencuentro con Duarte en Xalapa, del que fueron testigos el subdirector Salvador Corro, el reportero Jorge Carrasco y el fotógrafo Germán Canseco:

Duarte de Ochoa los escuchó y tomó lapa-labra. Su discurso se disolvió en palabras rutinarias, abusivamente aburridas. Habló como los oradores, sin una idea original, igual que los de su clase. La investigación sería exhaustiva, las fuerzas del orden no se darían reposo hasta dar con los criminales. Agregó que Veracruz vivía en el cauce de un río que no alcanzaba la turbulencia. Prevalecía el Estado de Derecho.

No pude más y le dije al gobernador que no le creíamos, que su discurso estaba de más. Yo pretendía dejar claro en palabras inequívocas que no siguiera por ahí.

Rodríguez Castañeda intervino, rispido, directo. Dio cuenta del hostigamiento del que Proceso era objeto. La revista era confiscada en los números ingratos para el gobernador estatal y a nuestra Regina no se le había tratado de la mejor manera. El gobernador se mantuvo en silencio y dio la palabra a cada uno de sus colaboradores...

Me sentí obligado a intervenir. No se trataba sólo de esclarecer el homicidio -Regina toca nuestro corazón-, sino de llegar a las aguas profundas en las que Veracruz se debatía en la zozobra, como el país.

Un año después, cuando Jorge Carrasco, como coadyuvante en la investigación de la muerte de Regina Martínez, recibió mensajes amenazantes "por no entender que el caso de Regina ya está resuelto", Duarte intentaría acercase nuevamente a Proceso y acudió a las oficinas de la revista en la Ciudad de México para convencer a la directiva de que las indagatorias iban en serio y que él no era responsable de la intimidación contra el reportero.

Al pasar por la redacción, los reporteros presentes lo increpamos. Alvaro Delgado le dijo que no era bienvenido y le recordó la frase de Scherer...

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