La pesadilla del cine

AutorJavier Betancourt

Desde que nació, el cine no ha faltado, incluso durante los grandes conflictos del siglo pasado se producían y distribuían películas; aun como propaganda, cine y salas había siempre.

Ahora sí, en esta aldea global, según la etiqueta del canadiense Marshall McLuhan para describir un mundo conectado por la tecnología de los medios, las salas de cine se hayan cerradas, o por cerrarse, en casi todo el planeta; los complejos cinematográficos, que salvaron al cine cuando se pronosticaba su muerte porque se imponía la televisión como forma de entretenimiento, se apagan. Si bien se espera que estas medidas draconianas sean pasajeras, nadie habría imaginado esta pesadilla hace unos meses.

Cuáles serán las consecuencias y en qué condiciones quedará el cine en términos de producción y exhibición, es difícil predecirlo; por optimista que se quiera ser, el futuro parece lúgubre si se piensa en los miles de rodajes detenidos en los principales países productores, las pérdidas billonarias, los desempleados -no los ricos, sino los trabajadores en todos los reglones de la industria de este medio, otrora tan socorrido-. ¿Quién habría imaginado Bollywood, ese universo de entretenimiento de la India, más pujante que el mismo Hollywood, hoy paralizado por completo?

La tele como solución es demasiado obvia para ser la adecuada; afortunadamente, sistemas de exhibición como el ineludible Netfilx se han diversificado y ofrecen películas, incluso las producen, como es el caso, afortunado, de Roma, de Alfonso Cuarón, pero en sí las series son antitéticas al cine, su universo es diferente. Una película exige verse de principio a fin, en...

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