El pianista de Jarmuk

AutorYetlaneci Alcaraz

BERLÍN.- En plena guerra civil siria, cuando las bombas y en-frentamientos lo destruían todo y la gente moría por decenas día a día, Aeham Ahmad recorría las calles de Jarmuk, su barrio en el sur de Damasco, arrastrando su piano, el cual había montado sobre una plataforma con ruedas.

Entre escombros, edificios colapsados y ruinas, Ahmad se instalaba en medio de la calle y hacía lo único que sabe hacer: tocar piano. Acompañado a veces por amigos, a veces por su padre -violinista- y la mayoría de las veces por niños del barrio, el joven sirio-palestino tocaba y cantaba durante horas. Era, dice, una forma de plantarle cara a la miseria y crueldad de la guerra y brindarles a los niños, y a sí mismo, esperanza, alegría y motivación para seguir aguantando.

Pensar en huir y buscar una mejor vida para él y su familia en Occidente nunca fue su objetivo. Sin embargo, las amenazas de muerte del Estado Islámico, que desde principios de 2015 tomó bajo su control Jarmuk, lo obligaron a irse.

Hoy la vida de Aeham Ahmad ha dado un vuelco de película: la prensa europea lo ha catapultado como el refugiado más famoso del mundo; luego de tocar para niños y vecinos entre los escombros de su añorada Jarmuk, ahora lo hace ante la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente federal, Joachim Gauck; estrellas musicales de la talla de la reconocida pianista de origen argentino Martha Argerich o el cantante y productor alemán Herbert Grónemeyer lo invitan a compartir escenario y, además, los medios más importantes e influyentes del mundo lo buscan para entrevistarlo.

El infierno de Jarmuk

La de Ahmad es una historia que sólo se puede creer cuando se le escucha hablar. Durante un encuentro en Berlín con algunos corresponsales, entre ellos la de Proceso, hace referencia una y otra vez a la falta de identidad y de hogar.

Y es que, en su calidad de palestino, el joven de 28 años es doblemente refugiado. Su abuelo, junto con miles más, dejó hace casi 70 años Palestina y emigró a Siria. Si bien ahí los inmigrantes fueron recibidos por el régimen, sus descendientes permanecen hasta hoy en calidad de refugiados, pese a haber nacido y vivido -desde hace dos generaciones- en el país que les dio acogida.

"Mi vida ha cambiado pero aún no sé qué pasará en el futuro. Primero necesito tener a mi familia junto a mí, y después un pasaporte, una identidad.Tengo ofrecimientos para tocar en Inglaterra, Francia, Italia y Egipto pero no puedo hacerlo siendo refugiado.

"En Siria también lo era. Siempre lo he sido. En nuestro documento de...

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