Platón va a la toma de protesta

AutorFabrizio Mejía Madrid

La respuesta quizás se encuentre en lo que en días pasados se ha enarbolado como pilar de la llamada "Cuarta Transformación": la separación entre el Estado y los Consejos de Administración de las grandes corporaciones. Se trata, en términos de la Grecia clásica, de una nueva frontera entre la vida personal y los asuntos del Estado que Sócrates y Platón habían dividido para plantear su República ideal: "los jefes de empresa y de familias de forma alguna deben ser los mismos de la política". Para ello, la ciudadanía debía politizarse y ser distinta del parentesco. Para ello, se usó, por ejemplo, el sorteo. Sabemos que, en el siglo III, una ciudad griega en Sicilia, Nacone, decidió así a quienes los gobernarían para deshacerse de una amafiada familia de comerciantes. Para romper el lazo sanguíneo recurrieron a un método que lo sustituyera y que nombraron "hermanos de azar". Al igual que con la "consulta ciudadana", los lazos de sangre -la complicidad del delito-sólo pueden sustituirse con un sorteo. Mover a los jefes de empresa del gobierno de la ciudad nunca fue una simple medida jurídica, sino que implicó una guerra civil, es decir, un conflicto en el interior de la zona indeterminada entre las familias y el gobierno de la ciudad. Cuando escribo "guerra" no necesariamente me refiero al ámbito de las armas y la desaparición física, sino a que lo privado se politiza y lo público se vuelve personal. Se presenta un momento de lucha para redefinir lo que es público de lo que es privado. Aristóteles nos habla de este tipo de "guerra civil" -stasis- que tiene, de entrada, dos condiciones: se castiga a quien no tome partido por alguno de los bandos y también a quien, cuando ya terminó, haga "mal uso de la memoria del agravio". Es decir, en la redefinición entre "casa" y "ciudad" es obligatorio tomar partido y, al término de ella, no se vale emprender acciones de represalia. Una, la Ley Solón; la otra, la "amnistía", son una forma de politizar al ser que vive el conflicto. Y eso es justo lo que creo que estamos viviendo con la nueva politización de la vida privada: sectores de clase alta que sienten la necesidad de expresar su opinión en contra de la mayoría -como en el caso de la consulta sobre el aeropuerto- porque lo que en verdad sucede a su alrededor es que se está replanteando el límite entre la vida privada y la esfera pública.

Algunos analistas ven en esas disidencias una división. Pertenecen al viejo régimen priista que tuvo excesiva...

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