Poder y resistencia

AutorJavier Sicilia

Nadie puede dudar del resistente que fue AMLO: extensos y constantes recorridos a lo largo y ancho del país, mítines, organización de bases, resistencias civiles, austeridad de vida, discursos donde la ética y la política volvían a reencontrarse.

Sin el resistente AMLO, el poder habría hecho más daños del que siempre hace. Ahora cuando llegó a él, nadie -con excepción de los fanáticos, los creyentes o quienes se benefician de su influencia-, puede negar sus traiciones.

La lista es enorme. Enumero dos: como resistente, AMLO combatió los mega-proyectos, hijos, según él, del neoliberalismo. Como hombre en el poder, los avala, crea otros y acusa a sus opositores de "conservadores radicales de izquierda". Como resistente, prometió atender el tema de las víctimas de la violencia mediante el diseño de una política de justicia transicional y sin usar al Ejército. Como hombre en el poder, traicionó la justicia, ha mantenido al Ejército en las calles disfrazado de Guardia Nacional y las víctimas se han multiplicado sin encontrar un gramo de justicia.

La resistencia termina donde se vuelve poder y sólo se continúa en sus periferias, en aquellos que, sabiendo que el poder es una ilusión de cambio, resisten. No es, como en aquellos que buscan el poder, un hecho circunstancial, sino una manera de ser, una fuerza, dice el filósofo Josep Maria Esquirol, que se sostiene "ante los procesos de desintegración y corrosión que provienen del entorno, incluso de nosotros mismos", una fidelidad a los principio que el poder niega en su arrogancia, un mantenerse en la línea del horizonte, un saber que la justicia es imposible y sólo se preserva, de manera provisoria, donde alguien resiste.

Gandhi -que acuñó un nombre más preciso para definir la resistencia: satya-qrha (insistencia en la verdad)- lo sabía. Por ello nunca quiso el poder y mantuvo siempre, incluso contra Nehru, su condición de resistente y de autoridad moral. Los subcomandantes Galeano y Moisés, así como la crítica periodística, también lo son. La insistencia del resistente en la verdad, sus constantes confrontaciones, la fuerza de su moral, permiten limitar la desmesuras, inherentes a cualquier poder, y evitar que el sentido de lo humano se disgregue y se extravíe.

La resistencia es así, semejante a la granja gandhiana, a los Caracoles del za-patismo, a la página lúcidamente escrita, a cualquier espacio en las márgenes del poder, una especie, dice Esquirol, de refugio metodológico (la ciencia de un...

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