El poder subversivo del arte (Segunda y última parte)

AutorJorge Sánchez Cordero

La cita con la cual se inicia el presente ensayo corresponde al Manifiesto aparecido en el número 1 de la publicación trotskista Clave del 25 de julio de 1938 bajo la firma de André Breton y Diego Rivera. El pintor mexicano accedió a signarlo en lugar de Léon Trotsky, quien por razones estratégicas no podía hacerlo. De hecho, desde 1924 el mismo ideólogo ruso ya había expresado su oposición al hecho de que el poder burocrático impusiera directivas estéticas a los artistas (Jean-Marie Brohm), al sostener que una obra de arte es siempre portadora de una "protesta en contra de la realidad". El arte, argumentaba, cumple con su función cuando no abdica de ninguna de sus concepciones ni de sus procesos (La literatura y la Revolución).

El vínculo entre el poder y el arte se ha caracterizado en la historia por la compleja relación en la que el primero trata de inmiscuirse en el ámbito del segundo. En el siglo XX, empero, fue particularmente perturbador el empleo del arte por el poder: el realismo socialista del régimen soviético y la política nazi del "arte degenerado" son muestras evidentes de ello.

México no fue una excepción; en este caso, la intromisión del poder en el arte ha estado vinculada a la ideología dominante de cada época y a los intereses de las élites. Ha transitado de un extremo a otro: desde el muralismo, como una muestra clara de uso del arte para legitimar al Estado mexicano (Alicia Azuela de la Cueva) o para la consolidación del poder de dichas élites (Mary K. Coffey), hasta la observancia de una franca "represión tolerante" o de un total descuido institucionalizado a finales del siglo XX (Olivier De-broise y Cuauhtémoc Medina).

Las exposiciones Los pinceles de la historia. La arqueología del régimen (1910-1952) y La era de la discrepancia. Arte y cultura en México, 1968-1997), y ahora El desafío de la estabilidad, que alberga actualmente la Universidad Nacional en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, construyen una narrativa que describe con puntualidad los procesos evolutivos del arte en el siglo XX mexicano.

Esta última exposición en nuestra máxima casa de estudios coincide con otra en la Neue Galerie de Nueva York sobre el arte decadente. Ambas tienen un común denominador: el poder subversivo del arte. La exhibida en la Neue Galerie evoca la muestra itinerante que los nazis organizaron inicialmente en Munich con cerca de 650 obras de ese tipo.

Entre las piezas expuestas se encontraban creaciones de Claude Monet, Édouard Manet, Pierre-Auguste Renoir, Camille Pissarro, Paul Gauguin, Vincent van Gogh, Paul Cézanne, Pablo Picasso, Amedeo Modigliani, Giorgio de Chirico, Marc Chagall, George Braque, George Grosz, Oskar Kokoschka, Max Beckmann, Henri Matisse, Paul Klee, Vasili Kandinski y de los integrantes del grupo Die Brücke Ernst Lud-wig Kirchner y Emil Nolde, cuyas obras procedían de museos públicos...

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