Poetas, poemarios y poesía en el 2018

AutorJosé Ángel Leyva

Más que enumerar libros de poesía que han aparecido este año, libros premiados, poetas homenajeados, vale la pena repasar y reflexionar antes sobre los cambios que anuncia el inicio de un gobierno que enarbola el eslogan de la Cuarta Transformación.

La radiografía literaria está clara en términos de dominio político e ideológico: la primera mitad del siglo XX perteneció a Alfonso Reyes, la segunda a Octavio Paz. Después de esos liderazgos con tintes caciquiles, sobre todo el de Paz, quedó un territorio atomizado en capillas literarias o en torno a figuras no tan monolíticas como las referidas. No obstante, Salinas de Gortari creó el Conaculta y en particular el Fonca, cuyos fines teóricamente fueron el fomento y el estímulo a la creación artística, pero en la práctica se tradujeron en instrumento de cooptación intelectual.

Un círculo vicioso comenzó a funcionar con eficacia. Para aspirar a tales becas o estímulos era necesario obtener premios por concurso o por consenso, es decir, por acuerdo de un grupo prefabricado para otorgar un reconocimiento por trayectoria a determinados autores o personajes. Dicho sistema de becas o de estímulos contenía de entrada varios gérmenes perniciosos:

Por un lado, la autocensura, pues es cierto que quienes obtienen tales apoyos no reciben acciones de represión o de censura, pero la conveniencia suele ejercer de manera más efectiva el silencio entre los intelectuales, como sucedió durante decenios en el gremio periodístico.

El otro elemento fue la conformación de los jurados, constituidos de manera sistemática por los mismos beneficiarios, quienes a su vez habían recibido tal privilegio de parte de otros colegas que más tarde solicitarían una y otra vez dichos apoyos económicos. Si me das, te doy. Observamos, por ejemplo, que hay muchos académicos universitarios que gozan de salarios por plazas de tiempo completo y funcionarios de entidades no gubernamentales o empresariales que también solicitan tales subvenciones de manera consuetudinaria. En muchos casos no hay una necesidad para poder crear, es más bien la oportunidad de acumular más dinero y estar más cerca del sistema. La idea de fomentar y estimular la creación dejó de ser el objetivo para orientarlo hacia el reconocimiento a la trayectoria, a los méritos. Lo que la ley no sanciona es permitido, aunque no sea ético. Y desde luego, funcionarios de cultura que al abandonar sus plazas, obtienen dichos apoyos, más por sus méritos políticos y administrativos que por sus obras. Al final ha prevalecido la complicidad, el contubernio, el amiguismo, los intereses personales antes que el ejercicio de un dictamen basado en la equidad, la transparencia y la justicia. Ser juez y parte ha sido la regla.

Quizás no cambien radicalmente los propósitos de los "apoyos a la creación"...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR