De Política y Cosas Peores / Empresarios

La chica de la vida alegre dice muy orgullosa a sus compañeras: "Estuve con un señor muy educado. Al terminar, me dijo que iba a pagar mis servicios en lo que realmente valían, y me dio mil pesos". "¡Fantástico! -exclama una de las compañeras-. ¡Es la primera vez que sé de una propina de 999 pesos"... Una joven señora hace una delicada revelación a otra: "El que es ahora mi marido me quitó la honra, por eso tuve que casarme con él". "¡Qué coincidencia! -se alegra la otra-. ¡Yo le quité la honra al que era mi marido, por eso me tuve que divorciar de él!"... En la oficina dice una secretaria a otra: "El señor Gaudicio pesa 85 kilos; el señor Florández 75 y medio y el señor Patané pesa 60 kilos tres cuartos". "¿Cómo lo sabes?" -pregunta otra secretaria-. "Puedo calcular exactamente el peso de cualquier hombre con sólo verlo" -responde la muchacha-. "A ver -pregunta la otra-. ¿Cuánto pesa esa caja fuerte?" "¡Oye no! -replica la muchacha-. ¡Cajas fuertes nunca he tenido encima!"... Durante mucho tiempo, los empresarios mexicanos cayeron en el error gravísimo de abstenerse de toda participación en la política. "Esa es cosa de sinvergüenzas -solían decir-. Yo estoy entregado a mi trabajo". Se dedicaban así los empresarios a ponerse bien con el poderoso en turno para obtener de él franquicias, exenciones, permisos, concesiones y todas las demás ventajas que del gobierno pueden derivar. Ahora las cosas están cambiando, y muchos empresarios asumen una posición crítica y de preocupación por la marcha de los asuntos nacionales. A una generación de empresarios indiferentes que se cuidaban sólo del buen éxito de sus negocios y del aumento de sus capitales, y que en el mejor de los casos tenían sólo un vago...

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