DE POLÍTICA Y COSQAS PEORES / Se busca un líder

El 12 de abril de 1945 un hombre solitario entró en la catedral de San Patricio, en Nueva York. Había ido caminando desde el edificio de la CBS. Encendió una vela, y de rodillas musitó una oración. En sus ojos había lágrimas. A pocas calles de ahí el dueño de un restorán puso este letrero en la puerta de su establecimiento: "Cerrado por la defunción de nuestro amado Presidente". Aquel hombre solitario era Frank Sinatra; el dueño del restorán era Jack Dempsey. Lloraban, como todo Estados Unidos, la muerte de Franklin D. Roosevelt. Algunas horas antes el Vicepresidente, Harry S. Truman, había pasado por la oficina del líder de la Cámara, Sam Rayburn, para invitarlo a tomar una copa. "Harry -le dijo éste-. Llamó el Secretario de Prensa. Quiere que te comuniques con él inmediatamente". En el teléfono, el funcionario le pidió a Truman que fuera a la Casa Blanca tan pronto y en forma tan discreta como pudiera. Así lo hizo Truman. Cuando llegó fue conducido a las habitaciones presidenciales. Lo esperaba Eleanor Roosevelt. "Harry -le dijo poniéndole una mano sobre el hombro-. El Presidente acaba de morir". Truman hizo una larga pausa. Le preguntó después a la Primera Dama: "¿Hay algo que pueda yo hacer por usted?". Respondió ella con una sonrisa triste: "Más bien pregúntame qué podemos hacer por ti todos nosotros. Ahora eres tú el que está en problemas". La nación entera guardó luto por Roosevelt. La llamada "ciudad sin alma", Nueva York, mostró una emoción que no se vio ni con la muerte de Will Rogers, ni cuando Lindbergh atravesó el Atlántico. En el Madison Square Garden se interrumpió una pelea de campeonato, y el público salió en silencio del estadio. Y es que Roosevelt era querido por todos los norteamericanos. Sus famosas "Pláticas de Chimenea" hicieron de él un miembro de todas las familias del país. Era un hombre sencillo: invitado por la asociación Daughters of the American Revolution, grupo de damas descendientes de los fundadores de Estados Unidos, aristocráticas mujeres que se jactaban de la limpieza de su...

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