El presidente contra la industria farmacéutica nacional

AutorRicardo Raphael

Esta tarea nunca es grata y menos cuando el gobernante reacciona con destemplanza ante la crítica. Sin embargo, el periodismo contemporáneo se juega su prestigio, presente y futuro, cumpliendo con este principio fundacional de la democracia.

El martes 16 el presidente Andrés Manuel López Obrador pronunció un discurso recio contra la industria farmacéutica mexicana con argumentos inexactos y algunos de ellos de plano falsos.

El tema es importante, no sólo por la suerte de este sector económico, sino también porque el discurso presidencial es responsable directo de una crisis mayor en el abasto de medicamentos.

Son miles de pacientes quienes están sufriendo por la escasez de fármacos, destacadamente quienes requieren tratamientos costosos ya que padecen enfermedades autoinmunes o cáncer.

Para justificar las decisiones tomadas por su gobierno, el presidente López Obrador narró que, antes de que tomara posesión, constató "la gran corrupción en la compra de medicamentos".

Dos años y cinco meses han transcurrido desde la fecha referida y sin embargo no hay una sola denuncia formal en la Fiscalía General de la República o en la Secretaría de la Función Pública que respalde esta grave acusación.

Como dice el mandatario, robarse el dinero de las medicinas es moralmen-te imperdonable, pero sobre todo debería ser jurídicamente imputable y por tanto, sancionable.

No presentar una denuncia formal ante las instancias encargadas de perseguir el delito -si se es autoridad- convierte en cómplice a quien acusa. La vara es todavía más elevada cuando quien señala es el jefe del Estado.

El presidente también afirmó que la compra consolidada -antes celebrada anualmente por el Instituto Mexicano del Seguro Social para todo el sector salud, incluidas las entidades federativas- estuvo atravesada por el tráfico de influencias que ejercían diversos actores de la política.

Nuevamente esta acusación es muy seria y, de ser cierta, merecería ser perseguida con firmeza. El problema, otra vez, es que ni el mandatario ni su gabinete revelaron los nombres de los políticos involucrados, tampoco exhibieron la presunta mafia dedicada a la venta de medicamentos al gobierno.

Si el mandatario afirma que hay tráfico de influencias y si advierte que tiene identificados a los políticos que se aprovecharon del sistema de salud para hacer fortuna, lo menos que puede ofrecer es una investigación robusta que permita perseguir a los responsables.

En el mismo discurso López Obrador señaló...

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