Un primero de enero

AutorFabrizio Mejía Madrid

"La Cordillera de Los Andes va a ser la Sierra Maestra de América. Para 1970 no hay nada de tal acto. Pero sin la omnipresencia de ese no-acontecimiento, el conjunto y cada uno de los actos de la Revolución castrista en ese periodo se vuelven inexplicables. Lo que sucede no es ni la mitad de lo real."

En estos días se celebran los 60 años de la Revolución cubana, un acto más imaginado que real. Para América Latina, lo extraordinario y hasta azaroso de esa revolución fue signo de que era universalmente posible. La apoyaron sobre todo los que nunca vivieron bajo ella. Para otros, es una esperanza que empieza el 1 de enero de 1959 y termina en 1965, con la constitución del Partido Único en la isla. La lectura que Debray hace 20 años después es todavía precisa: el socialismo no inaugura un nuevo tipo de política. Los usos del poder no cambian en el nuevo sistema económico. Se le llamó "totalitarismo" después de 1965 y notablemente tras el juicio contra el poeta Heberto Padilla en 1971, pero ese término no es distinto del que se acuñó no para explicar sino para etiquetar a los habitantes no-europeos -"totémi-cos y primitivos"- o a los países árabes como "terroristas". Si acaso, el "totalitarismo" funcionó para decirnos a los demás "demócratas", "civilizados", "plurales", "tolerantes".

Pero no explicaron la persistencia de los usos del poder centralizado que no es ni una creación del socialismo ("la culpa es de Marx"), ni distinguible de cómo funcionan los consejos directivos de los modernos corporativos empresariales. Las dinastías familiares, el premio al vasallaje, las intrigas en palacio, las herejías, las ejecuciones, el reparto del Estado en feudos, no son ni socialistas ni provienen de lo imaginado por los filósofos de la ruptura. Las historias de la Cuba revolucionaria, desde la partida del Che, la crisis de los misiles en octubre de 1962, hasta el caso de Padilla o el del general Arnal-do Ochoa con el tráfico de diamantes, parecen más propias de la Florencia renacentista. ¿Por qué la política no cambió cuando se trataba de engendrar una nueva sociedad y hasta un "hombre nuevo"?

Debray no sigue la regla de la izquierda de "no criticar lo real para no darle armas al enemigo". Una regla que hasta el mismo Octavio Paz aconsejaba en una carta a su par Tomás Segovia: "Hay que ganarse el derecho a criticar a Cuba en lo que sea criticable, criticando antes a otros regímenes latinoamericanos, empezando por México". Consejo que el propio Paz...

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