El príncipe se volvió sapo

MÉXICO, DF.- SÓLO TENÍA 15 años, y el sueño de ser importante y tener dinero no dejó que Andrés vislumbrara el peligro. Por eso, cada tarde se escapaba del internado militar donde estudiaba, no para irse de pinta, sino para preparar cocaína en un laboratorio de Cali, Colombia.

Así comenzó la aventura de ese joven en el mundo del narcotráfico, donde fue un príncipe de las drogas y terminó convertido en "sapo" delator, como lo muestra El Cártel, serie colombiana que se transmitirá en México, a partir del 1 de septiembre, por Unicable (Televisa Networks).

Esta historia no surgió en el escritorio de un guionista, sino en una cárcel, pues es la autobiografía de Andrés López López (plasmada en el libro El Cártel de los Sapos), ex integrante del cártel del Norte del Valle, una de las asociaciones delictivas más poderosas en la Colombia de los 90.

"Sería importante que la gente viera la serie, porque lo que sucede hoy en México es que se está colombianizando.

"Esa corrupción en todos los niveles del Estado, los enfrentamientos a la mitad de la calle, donde llegan y asesinan a 20 personas, fue lo mismo que vivimos 20 años atrás en mi país", dijo Andrés en entrevista telefónica desde Miami, donde vive tras cumplir una sentencia de 20 meses en prisión.

Apadrinado por el poderoso capo Orlando Henao, desarrolló una ascendente carrera criminal entre finales de los 80 y el 2001, que lo convirtió en uno de los narcos más buscados.

"Fernando Henao (hermano de Orlando) y yo éramos compañeros de pupitre en la Academia Militar General José María Cabal, y ahí empecé a conocer la actividad".

Desde las 15:00 horas y hasta la medianoche, Andrés "cocinaba" cocaína en el laboratorio de los Henao, pero por las mañanas cumplía con sus deberes estudiantiles. Así evitaba que su abuelita, quien se hizo cargo de él desde que sus padres se fueron a EU, descubriera el origen del dinero que comenzaba a llegarle a manos llenas.

"Por allá del año 86, en un día hacíamos 200 o 300 kilos de cocaína; entonces, me podía ganar como 20 o 30 mil pesos, que en esa época eran como 200 dólares por día, ¡un billetal!, sobre todo, para un niño de 15 años".

Aunque invirtió sus primeras ganancias en una flotilla de 35 taxis para que sus familiares y otras personas necesitadas se ganaran la vida, ni eso conmovió a su abuela, quien lo corrió de la casa en cuanto supo qué hacía.

Los narcos también lloran

Decepcionado, pero también aliviado por no tener que seguir fingiendo, Andrés decidió...

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