De promesas y realidades

AutorSamuel Máynez Champion

• El talento individual -va implícita la psico-motricidad, la morfología, la predisposición auditiva y la capacidad de trabajo.

• El entorno familiar o la circunstancia.

• Imprescindiblemente, la calidad de la enseñanza recibida.

Huelga decir que cuando existe la carencia o la minoración de alguno de esos elementos, todo puede quedarse en el limbo de los anhelos que se malogran.

Asimismo, la historia enseña que el porcentaje en la interacción de los citados elementos, casi por norma, tiende al equilibrio; en otras palabras: el planeta está lleno de niños genios comparables a Mozart y Saint-Saëns; no obstante, pocos de ellos nacen en el ambiente adecuado para que sus dotes florezcan, y un número aún menor cuenta con la dedicación absoluta de sus preceptores -por no hablar de la inoperancia de la mayoría de los sistemas educativos- para sumar los esfuerzos en esa empresa colectiva tan compleja como la de educar bien a un ser humano (asumido el verbo conforme a su etimología, es decir, sacar al exterior lo bueno que el hombre guarda en su interioridad).

Con tales premisas, "estro armónico" se complace en presentar a tres jóvenes músicos quienes, amén de estar aún en una edad promisoria, han ya dado pruebas concretas de su talento y están proyectándose hacia el futuro con una contundencia que devendrá en orgullo para la nación. Cabe decir que dos son compatriotas y que el tercero es hijo de madre mexicana y padre estadunidense. Démosles la bienvenida a ese entramado de realidades donde el destino se cruza con la voluntad de forjarlo...

De Veracruz al mundo. Desde que hizo su debut como pianista y compositor en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM, quedó claro que Eduardo Andrade Azanza (Xalapa, 1993) estaba destinado a embellecer los ámbitos sonoros de cuanta realidad se topara en su camino. Tenía entonces ocho años de edad y ya era capaz de darle forma a sus pensamientos musicales;(1) mas la historia no inicia ahí, sino en el seno hogareño donde, previsiblemente, recibió una educación esmerada y la inteligente valoración de su potencial.

En su casa, reducto de amorosos acuerdos conyugales, se creyó que poner a su disposición oportunidades y buenos maestros sería la siembra de una justificada plenitud familiar. Cuando Eduardo cumplió cuatro años, fue inscrito en la Academia Musical Yamaha y una vez que avanzó lo suficiente fue puesto en manos de los maestros que acabarían de moldear sus capacidades, entre estos destacan las pianistas Guadalupe...

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