El puente

AutorFabrizio Mejía Madrid

El filósofo Jacques Rancière escribió hace unos años (El desacuerdo, 1996) sobre la diferencia entre la voz humana, el grito y el llanto, por ejemplo, y la palabra, que siempre es social. Una, la fonética, sería nuestra expresión de lo útil, de lo necesario, de lo urgente. La otra, la palabra comunitaria, sería la expresión de lo justo. Entre ambas, lo útil y lo justo, se han movido todas las naciones con la pandemia. No podría ser de otra forma, porque el puente entre una y otra es la política, como Rancière la califica: "el litigio". La política es ese lugar, ese espacio de conexión o desconexión entre las necesidades urgentes de todos y el que las separa para construir una palabra, un sentido. En nombre de la palabra, la política acalla y encauza el vocerío del sufrimiento. Por eso la política es una forma de repartir la crueldad o, más exactamente, el litigio para definir ese reparto.

En esta pandemia, el puente mexicano de la política entre lo útil y lo justo ha sido particularmente difícil. Sabemos, desde Humboldt, que es el país más desigual jamás vivido y eso se ha expresado entre una parte muy pequeña que demanda que se encierre todo mundo y otra, la mayoritaria, que no puede hacerlo, a riesgo de morir de hambre. Así, la opción de los más pobres es seguir trabajando, en espera de la fortuna de no contagiarse. La otra, en pánico, mira el transcurrir de los trabajadores como potenciales contagios. Una parte de los empresarios de electrodomésticos y maquiladoras se ha aprovechado de esa circunstancia y no ha cerrado sus negocios. Los que pudimos encerrarnos con una mínima empatía a cuestas, miramos con culpa a los pasajeros del metro-bús por las mañanas y en las tardes. Ponernos ante la posibilidad inmediata del contagio y, si somos gordos, hipertensos, fumadores, o diabéticos, de la muerte por asfixia, nos hace vernos en el espejo de la vida como simple supervivencia individual o, si acaso, de nuestras familias. Vida biológica y vida social parecen enfrentarse. Les falta el puente, nuestro perpetuo litigio para repartir la crueldad.

En algún otro Tiempo Fuera hemos ya escrito de la diferencia entre la vida desnuda de la sobrevivencia y la vida social, la de la palabra y la justicia. Entre zoé y bios. La distinción, que proviene de una lectura de los griegos de Han-nah Arendt, deviene en dos tipos de vida, que puede o no ser válida, según la fortuna y el momento. Pero se trata de establecer el puente que las une. A ese atravesar le...

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