Quebrón

CIUDAD DE MÉXICO.- "Siempre dicen lo mismo y no pasa nada", dice Alejandro Romero, subiéndose al elevador.

No sube las escaleras de su edificio, la Osa Mayor, porque éstas están cubiertas de cuajos de yeso, macetas caídas y separadas al menos por 30 centímetros entre ellas el siguiente bloque estructural, pero ante todo no las sube por pereza.

Romero habita uno de los cuatro edificios de la Unidad Habitacional Morelos, en la Colonia Doctores, que resultaron afectados por el sismo de magnitud 8.2 -el de mayor magnitud en la historia de México- que azotó a la capital el jueves 7 de septiembre.

Tanto la Osa Mayor como el de enfrente, el Centauro, parecen haberse partido en dos.

Las torres que integran ambos conjuntos han padecido separaciones en cada sismo que padecen, desde 1985 hasta el de antier, pero en las secuelas del temblor lo que más se separan son las opiniones de los habitantes.

"Todo lo que aparentemente está mal, es lo que siempre ha estado mal por falta de mantenimiento. Las estructuras están bien, estos edificios fueron construidos por la misma empresa que construyó la Torre Latinoamericana y tienen pilotes", asegura Carlos Ortiz, quitado de la pena.

De ello están convencidas decenas de familias que a lo largo del día batallan con las autoridades para lograr un sólo objetivo: que les digan, una vez más, que todo está bien con el edificio y que los dejen en paz.

"Con la pena, yo me quedo", dicen, anticipándose a Protección Civil.

Después...

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