La quinta columna de Gadafi

AutorTémoris Grecko

El Cairo.- La carretera que va a Ajdabiya, Libia, es hoy una franja de destrucción: tanques, blindados, pick-ups artilladas, lanzamisiles Grad… la madrugada del sábado 19 esos ingenios de matar –ahora calcinados por la incursión de los cazas franceses– se dirigían a Bengasi.

El gobierno libio intentaba dañar el centro político rebelde antes de que las potencias occidentales empezaran a atacar en cumplimiento de la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU.

El mundo se sintió satisfecho de haber roto el largo brazo derecho con el que Muamar El Gadafi se disponía a retorcerle el cuello a los rebeldes.

El izquierdo, sin embargo, sigue activo. Es la quinta columna del régimen, como proclamó el dictador al compararse con Francisco Franco: los lejen thawriya, los comités revolucionarios que creó el coronel para que fueran los ojos, oídos y puño de su régimen y que ya llevaron la guerra a Bengasi con una campaña de terror callejero.

A un mes del inicio de la revolución del 17 de febrero, y a pesar de que el ejército había destruido las defensas rebeldes en Ajdabiya, los habitantes de Bengasi no parecían creer que tenían la guerra encima. Los cuatro primeros días del conflicto les bastaron para expulsar a las fuerzas del régimen; el 21 de febrero descubrieron que habían ganado su libertad.

Lo siguiente sería empujar hacia el oeste para recuperar la capital, Trípoli. Los grupos de amigos convertidos en combatientes iban al frente de batalla espontánea y anárquicamente, como si se tratara de una fiesta de fin de semana. Pero los vientos de la guerra cambiaron y empezaron a soplar contra los rebeldes.

Las primeras bombas cayeron cerca del aeropuerto de Benina el pasado jueves 17. A 10 kilómetros de ahí, en Bengasi, la gente reaccionaba a las explosiones cerrando los ojos; luego los abría para buscar miradas cómplices entre risillas nerviosas.

Los rebeldes no querían aceptar que la guerra podría llegar a sus calles; confiaban en que la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU –tan largamente esperada y que tendría lugar esa noche– aprobara una zona de exclusión aérea que impidiera a Gadafi mantener sus ataques aéreos.

La resolución adoptada fue más allá: previó la aplicación de medidas para proteger a los civiles y las zonas habitadas por civiles, sin operaciones terrestres porque se especificaba que ninguna parte del territorio libio podría ser ocupada por extranjeros.

Esto era exactamente lo que el opositor Consejo Nacional de Transición...

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