Reconociendo a los protagonistas del T-MEC

AutorOlga Pellicer

La primera versión revisada del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue firmada por los mandatarios de Canadá, México y Estados Unidos en Buenos Aires en noviembre de 2018. Las negociaciones para lograrlo fueron muy complejas. El punto de partida fue la opinión muy agresiva del presidente Donald Trump, quien lo consideraba "el peor tratado que jamás haya firmado Estados Unidos". Fue, por lo tanto, un logro que el documento se salvara, que se introdujeran cláusulas novedosas correpondientes a los cambios ocurridos en el comercio internacional después de 25 años y, sobre todo, que se lograse superar la visión del Ejecutivo estadunidense, para quien un acuerdo comercial se valora en función del déficit que produzca, o no, a Estados Unidos.

Faltaba la ratificación del acuerdo conocido ahora en español por las siglas T-MEC. Esta fue más difícil de lo esperado debido al triunfo del Partido Demócrata que consiguió la mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones de 2018. Diversas razones invitaban a los líderes de dicho partido a ver con cautela la ratificación. Para algunos, se trataba simplemente de no conceder lo que aparecía como un triunfo republicano. Para otros, los más, no era posible ignorar la conocida oposición de los sindicatos, en particular la poderosa organización sindical AFL-CIO, al libre comercio con México. Consideran, con buenos argumentos, que los efectos sobre los salarios y, en general, para el empleo en Estados Unidos no son favorables.

La situación anterior se cruzó con el inicio del juicio político al presidente Trump, asunto que ha requerido de toda la atención, energías, cabildeos y activismo del Partido Demócrata. El T-MEC pasó a ocupar un lugar secundario, y el temor de que permaneciera fuera de la agenda de prioridades del Congreso estadunidense comenzó a repercutir en la marcha de la economía mexicana, el eslabón más débil del acuerdo comercial.

Cierto que el tratado beneficia a los tres países, pero su significado es muy distinto para uno de los miembros cuya actividad exportadora representa un porcentaje muy alto de su PIB. Visto así, no es lo mismo México que Estados Unidos o Canadá. Es comprensible que el Senado mexicano lo haya ratificado con enorme prontitud, también que los inversionistas extranjeros y nacionales detuvieran sus proyectos hasta saber lo que pasaría con el T-MEC.

La posición oficial de los negociadores mexicanos fue la de transmitir tranquilidad, asegurando que la...

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