Reencuentro de la cultura huichola en la Berlinale

AutorYetlaneci Alcaraz

BERLÍN.- Con una mezcla de fascinación e inocencia, el indígena wixárika Santos de la Torre expresa al ver frente a sí instrumentos rituales y de arte huichol que incluso en la actualidad han dejado de existir en su comunidad:

Esto es divino y yo me siento tan afortunado de poder verlo. Lo que no entiendo es cómo llegaron hasta acá estos objetos.

Tiene ante sus ojos una de las colecciones más antiguas de esa cultura que desde el siglo pasado llegó para formar parte de la colección del Museo Etnológico de Berlín.

Confiesa por su parte a Proceso el director de cine Nicolás Echevarría:

Cuando vine por primera vez a la Berlinale en 1991 con la película Cabeza de Vaca supe de la colección e incluso la visité. Esta vez -24 años después- lo que me interesa es que sea Santos quien la conozca. Estoy seguro que para él va a ser muy especial y a mi me gustaría mucho ver su reacción.

Santos de la Torre debió haberse hecho famoso en 1997 cuando su obra Pensamiento y alma huichol, un enorme mural hecho con base en chaquiras, llegó hasta Francia como un obsequio que el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo hizo a la ciudad de París para ser expuesto permanentemente en la estación del Metro Pa-lais Royal-Museé du Louvre.

Pero no fue invitado a develar su obra ni tampoco se le dio crédito durante la ceremonia de inauguración por los presidentes de Francia, Jacques Chirac, y de México, Ernesto Zedillo, en 1998 y, lo peor, tampoco recibió un pago por su trabajo.

17 años después, y de la mano del destacado cineasta mexicano Nicolás Echevarría, la historia del arte de Santos de la Torre y la cosmovisión de su pueblo huichol llegaron al Festival Internacional de Cine de Berlín con el filme Eco de la montaña, significado en español deMotoa Opohua, el nombre wixárika o huichol de Santos que abrió la sección especial NATIVe dedicada al cine indígena. Ahí se plasma el viaje de más de 600 kilómetros que realizó el artista con su pueblo a través de la Ruta del Peyote hasta el pueblo sagrado de Wirikuta para pedir permiso a sus dioses y realizar una nueva obra mural.

Santos de la Torre, gustoso y hasta travieso, dijo ante una sala de cine repleta que rompió en ovación:

"Ya no me cabe el gusto de estar aquí. Ojalá la película le haya gustado al pueblo de Berlín. A mí me gustó. Me sorprendí tanto porque en la pantalla salí tan grande y en realidad soy chaparro."

Al artista indígena lo esperó no sólo el glamour de la alfombra roja y las luces y aplausos...

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