¿Reforma antícorrupción o simulación?

AutorErnesto Villanueva

El problema es de fondo. Los senadores y diputados, la inmensa mayoría, son corruptos. ¿Cómo podría aprobarse un sistema anticorrupción creado por corruptos? Es, en efecto, un despropósito. ¿Se imagina lo que puede generar en esta materia el presidente Enrique Peña Nieto -precisamente la corrupción se ha convertido en su sello personal de gobernar- para dar vida a un sistema "anticorrupción? Nada habrá que esperar de ese sistema que nace muerto sólo para hacer de la honestidad una caricatura.

Cada día que pasa creo que el debate no está en crear leyes, acuerdos, decretos y crear organismos públicos cuyos costos se pueden ver claramente y no se acreditan sus resultados en un país como México, con tantas necesidades. El punto de la discusión reside en cómo se puede lograr que haya políticos honestos, utilizando para tal efecto todos los avances científicos y tecnológicos que existen en el mundo al lado de las mejores prácticas internacionales. De nada sirven buenas leyes con malas personas gobernando. Coincido con Aristóteles: es mejor tener buenas personas con malas leyes que al contrario.

El país está necesitado de medidas efectivas, medibles, creíbles y económicas para empezar a desaprender lo aprendido en el día a día: toda la partidocracia está de acuerdo, de dientes para afuera, con el combate a la corrupción, pero muy pocos están dispuestos a predicar y practicar.

Es un largo camino que hay que recorrer, muchas conductas que hay que transformar para tener un país con menores asimetrías de las que existen ahora, con casos de corrupción ventilados en la opinión pública sin que pase nada. La impunidad es otro cáncer de la corrupción que se regodea como si no fuera suficiente con el cinismo.

¿Cómo el señor Miguel Ángel Yunes Linares podría siquiera ser candidato a gobernador de Veracruz por el PAN, con ese pasado negro? La lógica diría que es una aberración. Lo mismo pasa con el caso de José Antonio Garfias, Gabino Cué y Jorge Castillo, en Oaxaca, con fortunas en cientos de millones de dólares en Estados Unidos, que ofenden a los mexicanos cuyo salario jamás alcanzará ni siquiera para irse de vacaciones en avión. Y qué decir también del impresentable Javier Duarte, gobernador por el PRI en Veracruz, que parece un personaje oprobioso salido de las novelas de Luis Spota.

No podemos, no debemos seguir las rutas de siempre que nos demuestran una y otra vez que no traen solución alguna o es tan reducido su aporte que no se nota ante la...

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